jueves, 30 de diciembre de 2010

GUF: Acción 02/2010


Voy caminando por la calle. Es Navidad. Me encanta la Navidad. Soy completamente partidaria de las navidades profanas y del atracón de lucecitas de colores, pavo y chocolatinas que estas fechas sugieren anualmente. Y me encanta aprovechar cualquier oportunidad, por pequeña que sea, para regalar y ser regalada.

A lo que iba. Voy por la calle. Una calle cualquiera de mi barrio. Hace frío porque es diciembre. El sol luce, radiante, sin embargo. Yo (y mi trabajada cultura navideña) preferiríamos que nevara, pero de cualquier forma el sol nos vale -yo escribí una poesía, en prosa poética, cuando era pequeña, titulada El sol del invierno (tal vez mi único texto poético de cierto nivel). El anuncio del oso de Coca-Cola me saluda desde la marquesina del autobús, y disculpo que sea de Coca-Cola porque me encanta el diseño del oso y pagaría por tenerlo, en modelo gigante, en mi propia habitación y poder achucharlo. Me gusta el aspecto de esos roscones en el escaparate de la panadería. Y las bombillas de colores, ahora apagadas, en el jardín de enfrente. Hasta disculpo a ese niño que acaba de salpicarme al pasar por mi lado con su patín. Miro hacia arriba pensando en el sol del invierno y en que quizás debí estrenar las nuevas gafas de sol vintage que me trajo Papá Nöel.

Y de pronto lo veo. Los veo. Segundo y cuarto piso. Ocupando toda la fachada de las correspondientes ventanas. Rojos oscuros, granates. Seguramente pertenecientes a algunas de esas simpáticas y transgresoras familias que pueblan estas calles; familias llenas de niñas y niños como el que me ha salpicado el abrigo. Llevan ahí, seguramente, varias navidades; más o menos desde que lasmanifestacionesdelafamilia se pusieron de moda y esasfamilias, en un arranque de solidaridad identitaria y desprendimiento de espíritu, sintieron la necesidad de diferenciar su navidad de la del resto.

Pero quizás sea por la concentración espacial de ambas pañoletas, que esta vez decido que es momento de pasar a la acción. Es entonces cuando la GUF, con movimientos rápidos y estratégicamente calculados -en los escasos segundos que transcurren entre perder de vista al quiosquero y pasar por delante de la farmacia-, extrae su pistola lanzapintura del bolso y dispara un par de veces, rápidas y certeras, contra las pañoletas y sus respectivas ventanas.

Pintura verde. Ahora es más navideño; verde y granate. Al grito de: ¡¡Jojojo, Feliz Navidad!!


(* Soy consciente de que el título de esta entrada puede inducir a pensar que la GUF ha estado pasiva durante todo el año. No ha sido así; su actividad es cada vez mayor. Lo que ocurre es que no todas las acciones son igual de visuales)
(** Esta entrada está dedicada a Elisa)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Clown



Yo tenía una nariz de payaso. Era perfecta; de goma, roja, redonda. Se encajaba en la nariz sin necesidad de cuerdas y no se caía.

¿Dónde está mi nariz de payaso?

¡Quiero mi nariz de payaso!

sábado, 18 de diciembre de 2010

Sucias y pesadas (bailarinas)

Investigando sobre Teatro Gestual y danza contemporánea.

Pensando en las bailarinas de ballet y en los cuerpos de las bailarinas de ballet, que no pesaban ni tenían color ni olor ni sabor ni dolor ni rasgo distintivo alguno que los diferenciase entre sí.

Pensando en hombres con tutú y en bailarinas sucias y pesadas. Sucias y pesadas. Pensando en los hilos que tiran de los cuerpos y en el dolor de estos cuerpos.

Pensando en Isadora Duncan, y en Marta Graham. En Mary Wigman. Y en Pina Bausch, que murió hace año y medio.

Sucias y pesadas. Bailarinas. Sucias y pesadas.



martes, 14 de diciembre de 2010

Ana María Matute y las nenas pintoras

Los bellos dibujos infantiles de Ana María Matute; infantiles, porque los hizo cuando era pequeña. Según parece, su madre los guardó y se los regaló cuando ella ya era adulta. Están llenos de nenas pintoras, y escritoras... Ana María Matute supo crearse -y crearnos- un mundo a su medida.

Me encanta.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Na rúa

Ayer me llegó esta muestra de activismo creativo por el 25 de noviembre, de Galicia: http://hastalalimusinasiempre.blogspot.com/2010/11/las-primas-galegas-y-nada-que-celebrar.html

Yo también estoy en la calle... a pesar de todo (o de casi todos).

Y no hay nada que celebrar. Por eso, precisamente.

Por la batalla diaria, en cada rincón y en cada superficie cotidiana, con propios y ajenos, con propias y ajenas. Por lo que cuesta explicar. Por las ganas de tirar la toalla. Y porque sabes que no puedes hacerlo, porque te va la vida en ello. Porque no haya agresión, por pequeña que sea, sin reacción o reparación de algún tipo (el que haga falta).

Por cada gesto, cada palabra, cada lágrima. Cada grito.

Estou farta... estamos fartas.
Pero no voy (no vamos) a cesar en nuestros gritos.*


(* Gracias, Maitena)











"Que nadie me considere insignificante, ni débil, ni indolente, sino de modales muy distintos" (Eurípides, Medea, 805)

lunes, 6 de diciembre de 2010

Soy lenta (y me gusta el queso)

Estoy perfeccionando una teoría acerca de tipos de personas. En realidad tengo varias:

Teoría 1- El mundo se divide entre aquellas personas a las que les gusta el pan y aquéllas a las que no.

Teoría 2- El mundo se divide entre aquellas personas a las que les gusta el queso y aquéllas a las que no.

Puede que el pan y el queso parezcan algo superficial, pero en realidad no lo son: por ejemplo, para alguien que, como yo, pertenece al segundo tipo en los dos casos, resulta muy fastidioso tener que renunciar al queso cuando se piden raciones con intención de colectivizarlas; y también es triste la autorrepresión con el pan, cuando la persona que tienes enfrente pertenece al primer tipo y tú intuyes que te mira preguntándose cuál será exactamente tu límite (la respuesta es: "todavía no lo he descubierto, pero si tú no me miraras así me pondría a ello en este momento"). Naturalmente, hay gradaciones... la verdad es que tengo que confesar que tiendo a desconfiar de cualquiera que me diga que no le gusta el queso...

Pero no iba a hablar de eso. Mi nueva teoría versa sobre el gran tema de la lentitud. La cuestión es:

Teoría 3- El mundo se divide entre personas lentas y personas rápidas.

No quiero decir que no existan términos medios, pero como toda buena teoría debe jugar a obviarlos en su formulación.

El caso es que hay gente rápida y gente lenta. En mi familia, por ejemplo, hay una rama claramente lenta (fundamentalmente la vía paterna) y una rama claramente rápida (la materna). Después de haber sido una intuición durante años, hemos de reconocer que es así. Y, ¿dónde me posiciono yo?

Pues yo soy lenta. Lo soy. Me pasé años argumentando que no lo era, cuando se me acusaba de tardar miles de años en llegar a la Facultad. Me he acostumbrado a tardar lo que según parece es una eternidad en pillar los chistes. La gente se desespera yendo conmigo de compras. Y tengo que dar la razón en lo de la tendencia al ensimismamiento (me quedo 'colgada' con increíble facilidad).

Soy lenta. Y no me importa. Lo asumo. Es más, estoy dispuesta a enarbolar la bandera de la lentitud y a hacer apología de la misma como nueva forma de vida. Sé que no estoy sola; es sólo que a veces Madrid parece la ciudad sin límites. Pero existe toda una nueva filosofía del slow movement y las slow cities. Es sólo que nací en el sitio equivocado.

El corolario de mi teoría es que la prisa mata. Así que las personas lentas (quizás) vivamos más tiempo. Y seremos más felices. La prisa me ha matado durante mucho tiempo y ahora mismo me siento como una especie de toxicómana tratando de abandonar viejos vicios: para alguien lento la combinación de la ingesta de prisa con la obsesión por el control y el perfeccionismo extremo resulta muy peligrosa. Así que me estoy quitando.

Soy lenta. Y me comprometo públicamente a respetar y a fomentar la lentitud en todos los ámbitos de mi vida. Al hacerlo, estaré haciéndole un favor a mi entorno (y no me preocuparán los ojos en blanco o los terribles gestos con el dedo corazón). La carretera será mía a 100 por hora. Soy lenta y además me gusta serlo.

Aforismo: No deberíamos confundir la velocidad con el tocino, pero quizás sí la lentitud con el queso.


sábado, 4 de diciembre de 2010

Teatro en plastilina

Un interesante descubrimiento de esta última semana: Aquiles y la Guerra de Troya en animación con plastilina. La verdadera historia. De Barry Purves. Impresionantes los juegos de máscaras y la teatralidad de la narración, todo muy griego. Lástima que no esté subtitulado.



sábado, 27 de noviembre de 2010

Y pequeño homenaje a Sally Draper



Ese pequeño gran personaje que (auguro) va a dar tanto juego. Sally es el futuro y la queremos. Y apuesto a que ha nacido en noviembre*.


(*Como despedida poética de este mes, hace unos días comencé a leer el primer capítulo de mi último feliz descubrimiento, Érase una vez Manhattan, de Mary Cantwell, donde, para mi sorpresa, cita: "'Fue un verano extraño, bochornoso, el verano que electrocutaron a los Rosemberg...' Con estas palabras inició Sylvia Plath La campana de cristal y de este modo quiero comenzar este libro, porque así es también como recuerdo mi primer verano en Nueva York")

Betty Draper y la lavadora

Courtesy Moving Space Productions - moving truck rental

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi grito

Quiero gritar.

Es curioso. La vida parece llena de razones para hacerlo y ahora mismo, si presto atención, encuentro una casi en cada centímetro de mi cuerpo. Cosas buenas y cosas malas (lo peor, decían, sería morir de indiferencia).

La duda acerca de una insalvable incapacidad para la acción. La falta de talento. La (siempre temida) mediocridad. La desubicación. El fantasma de la no pertenencia. La inadecuación. El miedo al ridículo. El temor a fallar, a equivocarme, a hacer daño equivocándome. A caer y no poder levantarme. A arrastrar a otras/os en mi caída. El terror a perder el control; a no ser lo bastante buena, y a sí serlo, por tanto. El miedo a la separación. A la soledad. A crecer. A dejar de ser. A la muerte. A la enfermedad. A los otros. A las otras. A los puntos y a las comas. A los espacios. A no poder terminar lo que empiezo; y también a no permitirme dejar lo que no me apetece terminar. Miedo del tiempo, de la prisa. La búsqueda del silencio, de los sabores y de los colores. La sospecha desesperanzada de que mi imaginación deje un día de parecerse a una esponja natural, que es lo que ahora me parece. La velocidad, el ritmo de ahí afuera. Y el de dentro. Las palpitaciones, la respiración entrecortada; la ansiedad. El miedo al propio cuerpo y al ajeno. El miedo al miedo. El deseo de llorar y no poder. O la incapacidad de parar. Las dudas porque... ¿qué hacer? El orden y el desorden. Las adicciones legales. El querer permanecer bajo las gradas oscuras de aquella aula de teatro; el temor a verme expulsada. La violencia de la gente en el metro, cuando te golpeas con ella accidentalmente. Los sonidos silbantes, en mitad de la noche, de labios ajenos, no pedidos ni deseados. El espacio innecesariamente ocupado, de lado a lado de la acera, por quienes (creen que) lo poseen. La complacencia. La necesidad de predicar -¿predicar qué? Las tesis y la falta de ellas. Dejar de ver. Y no conseguir dejar de hacerlo en ningún instante. Quién soy. Por qué lo soy y para quién. Y la fuerza. Ese grito que nace de dentro y brama por todo ello.

Algo malo le sucede a la sociedad, o a quienes en ella viven, cuando una se da cuenta de que no puede gritar. No existen espacios, ni tiempos, en nuestra vida para ello. Aprendí lo que es golpear, con fuerza, hace tiempo; también esa posibilidad nos ha sido arrebatada.

¿Y los gritos? ¿Y el grito? Está ahí dentro. Lo sé. Pero no consigo hacerlo salir. Sólo un sonido gutural, que me daña la garganta. Sal, sal, le digo. Quizás he equivocado la estrategia y lo que deba hacer es mimarlo hasta convencerle y hacerle ver que tiene que dejarse ver de vez en cuando. Sal, sal... te estoy esperando. Sal, sal...

domingo, 21 de noviembre de 2010

Non podo esquecer que choro (bágoas de cores)*


"Ninguén
me prohibirá nunca
estar soa"**


(Lupe Gómez, Os teus dedos na miña braga con regra, 1999)

A veces una guarda lágrimas, durante toda la semana, pero necesita estar sentada en la oscuridad de un teatro para poder derramarlas. No todas esas lágrimas son negras. Algunas son blancas, como la nieve, y nacen en mitad de la semana, de la sangre demasiado dulce de mi gata, también blanca. A veces nacen de un botón roto, y son lágrimas rojas que no fluyen por las mejillas, sino mucho más abajo. Y a veces son lágrimas que se salen del pecho, tan lleno como está de cosas bonitas, y de alegría, que ya no caben dentro.

Ocurrió durante la representación del viernes, de Santa Perpetua, el último montaje de Laila Ripoll, en Cuarta Pared. Salí tan purificada que, un poco más m.a.l.a. y masticando palabras bellas, me fui a recitar poesía galega a la Eskalera Karakola. Qué preciosidad.

Después vendrían Blancanieves, y el final de Antígona, y los cumpleaños, pero de eso prefiero hablar otro día, que es domingo y estoy cansada. Buena semana.

Leed las palabras, repetidlas en su lengua aunque no las comprendáis; ¿verdad que saben a algo?

"Non podo esquecer que sangro,
e non só é tinta ese fío
que ule e sala líquido vivo.

A boca rastrexa o vidro,
toda beleza obrigada.
No cuarto propio, refuxio
da morte social que nos adicou
á literatura dos diarios todos,
a guerrilla nace do corazón
mellor debuxado no caderno da memoria"***


(Mancha, de la dulce Ana Cibeira)


*No puedo olvidar que lloro (lágrimas de colores)
*"Nadie/me prohibirá nunca/estar sola".
**"No puedo olvidar que sangro,/y no sólo es tinta ese hilo/que huele y sangra líquido vivo./La boca rastrea el vidrio,/toda belleza obligada./En el cuarto propio, refugio/de la muerte social que nos dedicó/a la literatura de todos los diarios,/la guerrilla nace del corazón/mejor dibujado en el cuaderno de la memoria".

jueves, 18 de noviembre de 2010

Allí estaremos




* Todavía con el programa por confirmar, pero con montones de ideas, palabras, fuerza...

jueves, 11 de noviembre de 2010

"Paz en el mundo y bonitos vestidos"


"Paz en el mundo y bonitos vestidos", dijo Astrid Lindgren cuando le pidieron que formulara un deseo por su último cumpleaños. Lo dijo después de haber escrito Pippi Calzaslargas, Los niños de Bullerbyn, Miguel el Travieso, Superdetective Blomkvist... Lo dijo después de habernos hecho a todas un poco más felices y un poco más fuertes*.

E inmersa en este mágico y dulce mes de noviembre, éste se convierte también en mi deseo para el próximo año: paz en el mundo y bonitos vestidos...



(*Astrid Lindgren y su Pippi fueron nuestras elegidas para la sesión cumpleañera del grupo de lectura:

martes, 19 de octubre de 2010

miércoles, 13 de octubre de 2010

Noviembre: Sylvia Plath

Una de mis amigas y compañera de lecturas dice que existe una especie de coincidencia poética que hace que todos los años, en torno al mes de noviembre, Sylvia Plath juegue a pasearse descalza a nuestro alrededor. Porque Sylvia Plath siempre se pasea descalza.

Pensé que era una exageración y, por mi propio bien, decidí que no podía ser así.

Hace unas semanas leí La campana de cristal y me afectó profundamente. La locura siempre me afecta profundamente, especialmente si cronológicamente coincide con esa gran idea que debió de ser la terapia de electroshock. No puedo evitarlo. Plath verbaliza muy bien algunos temores, sospecho, no tan superados como usualmente tendemos a pensar. Durante unos cuantos días se me quitaron las ganas de ver Mad Men y cualquier otra referencia a místicas femeninas.

Ahora creo que ya se me ha pasado. En parte, gracias a la revisión de cuentos que tuve que llevar a cabo la semana pasada (leeremos Pippi Calzaslargas para la próxima sesión del grupo de lectura). En parte, espero, por mí misma. Menos mal. Casi he podido terminar de ver la cuarta temporada de Mad Men (habría sido una pena tener que dejarlo cuando me he vuelto ya devota seguidora de Don Draper y compañía), incluso.

No creo en las maldiciones. Pero el caso es que en los últimos días ha habido un par de detalles que me han dado qué pensar. Primero: hace un par de días, cuando hojeaba el periódico, encontré casualmente un artículo sobre Sylvia Plath y Ted Hughes (la casualidad parece un poco más siniestra si pienso que hace semanas que no leo, realmente, el periódico, que sólo quería consultar la cartelera, y también si recuerdo que el artículo no contenía, verdaderamente, demasiada información ni interés, sino que más bien parecía un mero pretexto para publicar algo relacionado con Plath y que yo tuviera que leerlo). Segundo: ayer pillé casualmente en la tele un capítulo de Las chicas Gilmore (¿cuánto hace que no veía esta serie? ¿dos, tres años?) en el que Rory aparecía leyendo una obra de Plath.

Sólo estamos en octubre. Sigo sin creer en las maldiciones, aunque tengo que reconocer que todo es un poco raro. Sobre todo si tengo en cuenta que hace un año toda una serie de señales superpuestas comenzaron a dibujarme sendas y caminos nuevos, y que mañana tengo mi primera clase de Dramaturgia en la RESAD...

¿Qué pasará en noviembre? Prometo seguir informando.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Canciones infantiles de Manzanitas Verdes

Manzanitas Verdes,
llega un ratoncito,
mira en el armario
buscando quesito.

En aquel armario todo
está muy bueno,
¡hay galletas, queso
y pastel relleno!

Manzanitas Verdes, ¡qué
ojitos más pillos!
Con mucho cuidado,
roba los quesillos.

Llaman a la puerta de
Colita de Algodón.
Tras, tras; tras, tras. ¿Quién
llama al portón?

A nadie se encuentra
cuando abre la puerta,
pero hay un regalo dentro
de una cesta.

¡Otra vez me llaman!
¡Y cuánto me alegro!
Pues es nada menos que el
conejo negro.

El señor Erizo no tiene
almohadillas
en las que prender sus
pinchos y horquillas.
El señor Erizo se
queda sentado,
con zapatos nuevos, muy
acicalado.

¿Conoces a la anciana que
vive en un zapato
con un montón de niños
además de un gato?

¡Creo que el zapato
era de tacón,
pues la anciana era,
seguro, un ratón!

Un hombrecillo con
traje de terciopelo
hace túneles en el suelo.
Hace túneles aquí,
hace túneles allá.
Si sigue y sigue cavando
no sé a dónde llegará.

Patatas con salsa
en una gran fuente,
¡se meten al horno y se
sirven calientes!

Un conejo de Indias
un día
peinaba su pelo con gran
gallardía.

Su hermosa corbata
era azul y plata.

Y tenía los bigotes y los
botones enormes.


(Beatrix Potter, 1917)

viernes, 1 de octubre de 2010

... Flores

¡Y había flores...!

jueves, 23 de septiembre de 2010

Como mujeres


"Performance no es un concepto difícil para nosotras. Nosotras estamos sobre el escenario en todo momento de nuestras vidas. Actuando como mujeres".


(Cheri Gaulke, 1993)


Acabo de leer un texto fantástico, de Beatriz Preciado, sobre la historia de la performance teatral y sus efectos políticos deconstructivos sobre las identidades de género. Por ejemplo, la psicoanalista Joan Rivière, en 1929 (¡1929!), hablaba de la feminidad como una mascarada defensiva a la trasgresión moderna del reparto tradicional del espacio entre hombres y mujeres. En los años 70, Judy Chicago y otras mujeres empezaron a experimentar de forma creativa con el poder performativo de sus cuerpos, en las propias cocinas de sus casas. A partir de los 90 se empieza a performativizar la masculinidad, y surge el movimiento king (en sintonía con el queen, de más larga trayectoria).

No me había parado a pensar con detenimiento en todo esto. Pero es una vía muy divertida, muy lúdica, para plantear y mostrar ciertas ideas críticas, y por lo tanto quizás muy adecuada (mucho más que explicarlas en un gordo tratado de seiscientas páginas).

Permite mirar con nuevos ojos hiperrepresentaciones de la feminidad como las que acostumbran a inculcarnos el cine y la televisión usualmente: Carrie Bradshaw, así como la secretaria bombón Joan Holloway son máscaras, señuelos, disfraces para un juego del que tenemos que reírnos más (¡¡¡ja, ja, ja ja...!!!).

jueves, 26 de agosto de 2010

Flores...

Anoche cené hamburguesa de buey pastuenco de raza alpina.

Y eso es todo.

Pero SÉ que más allá hay flores.

lunes, 23 de agosto de 2010

Esa extraña costumbre

"No olviden nunca esa extraña costumbre de tratar de encontrar la felicidad en el teatro"


(Ángel Pavlosky, Angelhada, 22/08/2010)

sábado, 31 de julio de 2010

Olas meciendo mi cuerpo

"Jonathan permaneció un poco más en el agua. Se dejó flotar, moviendo suavemente las manos, como si fuesen aletas, y dejando que el mar meciese su cuerpo largo y flaco. (...) Había algo patético en aquella determinación de Burnell de hacer que todos sus actos fuesen una obra perfecta. Uno no podía por menos de sentir que algún día alguien lo descubriría cometiendo un error y entonces el pobre hombre se hundiría. En aquel instante una inmensa ola izó a Jonathan, continuó avanzando, y rompió en la playa con alegre son. ¡Qué belleza! Y ahora venía otra. Así era como había que vivir: despreocupadamente, temerariamente, entregándose del todo. Se puso en pie y empezó a caminar hacia la orilla, hincando los dedos de los pies en la arena firme y sinuosa. Había que tomarse las cosas con tranquilidad, dejarse llevar por la corriente y los meandros de la vida sin oponer resistencia: eso era lo que había que hacer. Aquella tensión constante era perjudicial. ¡Vivir, vivir! Y la mañana perfecta, lozana, hermosa, tostándose al sol, como si se riese de su propia belleza, pareció susurrarle. '¿Y por qué no?'"


(Katherine Mansfield, En la bahía, 1922)
(Imagen:Georgia O'Keeffe, From the lake, 1924)

miércoles, 7 de julio de 2010

The Living Theatre




"breathe ... breathe
...breathe ... FLY!"



The theatre is in the
street
Free the theatre
Free the street
The street belongs to
the people

Paradise Now is the
pleasure and joy of
struggle, the joy of
creating.
The revolution is imminent
and we work as if
it will happen tomorrow.


(Aldo Rostagno with Julian Beck and Judith Malina, We, The Living Theatre, 1970)

jueves, 1 de julio de 2010

Plan Special F: ¿Quién quiere ponerse en forma este verano?

Desde Helvéticas Escuela de Escritoras nos llega una propuesta freca, fresca para este veranito: ¿quién quiere ponerse en forma?

¡El Plan Special F! (F de ficción: ficciónate, ficciona tu vida...)

Un conjunto de seis talleres on line distintos (está claro que hay que elegir, yo he hecho dos, en las ediciones de otoño y primavera, y es imposible seguirlos todos a la vez) para poner la mente y la vida en forma de manera muy distinta (diametralmente distinta) a como nos muestran los anuncios de cereales anoréxicos en la tele.

Plan A: "Escribo, luego soy"
Un buen comienzo, si no se ha probado antes. Cuidado: engancha.

Plan B: "Ya no sé qué hacer conmigo. Diario de escritora"
Sobre lectura y escritura de diarios, creo que centrado en las figuras de Virginia Woolf y Sylvia Plath. Lo coordina Liliana Costa Staksrud, a quien no tengo el placer de conocer pero no por falta de ganas, la verdad.

Plan C: "Leyendo O-Las. Un atlas de escritoras contemporáneas"
Sobre todo de lectura. Seguro que muy recomendable para incapacidades y perezas intelectuales provocadas por el calor estival.

Plan D: "Al otro lado del espejo. De la autoficción a la ficción"
Es la segunda parte del Plan A, y un salto definitivo al otro lado del espejo de la ficción (tu ficción).

Plan E: "Reescribiendo el mundo. Reinventando realidades. Dramaturgias y feminismos"
¡El Plan elegido por mí! Teatro y feminismo... ¿hace falta explicar más? Si alguien se anima en la plataforma digital nos encontraremos. Lo coordina Raquel Campuzano.

Plan F: "Doulas literarias. Acompañamiento en proyectos de escritura"
Se trata de recibir asesoramiento literario durante el proceso de gestación, escritura o corrección de un proyecto cualquiera (también yo debería acudir a las Doulas, pero mis últimos avatares laborales quizás propicien un pequeño aplazamiento... quizás).

El resto de los talleres están coordinados por la dulce y genial Silvia Nanclares, a quien por fin le puse rostro de carne y hueso hace un par de semanas, y que seguro, seguro, no decepcionará a nadie.

Empiezan el 6 de julio; pongo el enlace a la web para quien quiera echarle un vistazo.

http://www.escuelahelveticas.com


(PD: Después de un par de semanas infernales acabando mi tesis doctoral, espero que mi vida bloguera vuelva a sus cauces hedonistas habituales... ¡He vuelto!)

miércoles, 23 de junio de 2010

La última zanahoria


Se llama Greta y vive en París desde que se trasladó allí (antes vivía en Oslo, donde nació y creció) por razones sentimentales. Su novio (a quien conoció por internet) la dejó hace una semana para iniciar una vida nómada-mochila al hombro-sin compromisos ni ataduras, y desde entonces ha estado dándose atracones de comida por las noches. Por eso, entre otras cosas, ha decidido que era momento de volver a Oslo. Se marcha al día siguiente y el vacío de las losas de la cocina sólo le sirve esta noche para acentuar la soledad que siente por dentro. Sin comida. Porque ahora que está a punto de marcharse, cuando abre la nevera se da cuenta de que está vacía. Las bebidas y los botes de la puerta sólo están ahí por efecto de su imaginación. En cambio, de la nevera sale una poderosa luz; no una luz normal, como la que emiten todas las neveras del mundo. Esta luz viene de más allá, de un lugar inexplorado y desconocido al fondo de la misma. Cuando se inclina hacia dentro, tratando de indagar en la luz, descubre el único contenido que olvidó tirar a la basura, horas antes, cuando vació todos los estantes. Una zanahoria. No es mucho. En otras ocasiones se habría sentido avergonzada de su propia imagen sobre las losas vacías, mordisqueando una hortaliza tan solitaria como ella. Pero esta noche no; esta noche todo lo relacionado con la soledad tiene sentido. Así que muerde la zanahoria y sólo entonces se da cuenta de que está podrida. La escupe contra el suelo y continua mirándola, desconsolada. La luz sigue brillando, desde el fondo de la nevera, y la deslumbra aún más. Se inclina de nuevo en el interior y descubre un cuchillo. Lo coge. Se sienta otra vez ante la zanahoria. La soledad se convierte en miedo, lentamente; el miedo en ira. La ira en odio. Mira la hortaliza con tanto odio como puede mirarse a una hortaliza; más, incluso. Entonces coge el cuchillo y la trocea sobre las baldosas, con furia. Mira la luz, aún brillante, desde el fondo de la nevera. Cuchillo en mano. La soledad sigue siendo odio. ¿Qué hará ahora? ¿Se marchará a Oslo, se aventurará definitivamente tras la luz brillante, o continuará allí sentada, empuñando el cuchillo con la mano, sobre las baldosas de la cocina?


(Imagen de Leah Johnston, en la web http://www. photographas.com)

sábado, 12 de junio de 2010

M.A.L.A.S

(M.A.L.A.S=movimiento abierto de lectoras apasionadas+momento amarillo de lectoras alocadas+manada agitada de lectoras activas+...)

M.A.L.A.S es el grupo de lectura feminista que hemos creado hace unos meses, unas amigas y yo.

Pensamos que sería una buena idea hacer de la lectura una experiencia colectiva. Y lo ha sido. Desde el mes de noviembre nos reunimos una vez al mes, los domingos por la mañana, y comentamos un texto previamente acordado. Cada día lo coordina una persona, y procuramos que los textos sean variados y respondan a los gustos de todas: ficción, poesía, filosofía...

Ya comenté una vez mi gran descubrimiento del poder de los talleres literarios (al menos, de los feministas). Esto es parecido. Hablamos, comentamos, leemos en voz alta. Intercambiamos. Es mucho más de lo que la mayoría de las actividades del día a día te permiten (por lo menos a mí). Nos hacemos crecer mutuamente (o me hacen crecer a mí; espero estar haciéndolo yo también...).

Disfruto con lo pequeño, desde hace unos meses. Y también con el DIY (do it yourself -'hazlo tú misma'): hasta ahora no me había dado cuenta del poder del significado exacto de esa expresión. Estoy encontrando palabras nuevas, y juego con ellas. O lo intento. E imágenes.

Empezamos con Virginia Woolf, seguimos con Margaret Atwood... Ha habido relato erótico, SCUM... Todo, absolutamente todo hasta este momento me ha aportado algo. Y la mayoría mucho. Queríamos rescatar textos feministas, en su sentido más amplio, o que al menos nos incitaran a alguna reflexión en ese sentido.

El nombre está abierto y los puntos suspensivos continúan. Estamos a la caza del diseño del logo. Y con un universo inmenso de textos e ideas variopintas por delante -la próxima semana comentaremos Vida precaria, de Judith Butler.

M.A.L.A.S acaba de llegar y tiene hambre de palabras, de ideas, de lectoras. Está TODO por hacer. Os dejo con el blog y con la miel en los labios. Si alguien se anima seguro que no lo lamentará...

http://malasglf.blogspot.com

sábado, 5 de junio de 2010

Al final


Mi primera visita a la Feria del Libro de este año se ha saldado con algunas perlitas nuevas. Algunas previstas -esta vez me había hecho una lista de libros deseados- y otras que encontré sobre la marcha.

Una de las primeras ha sido Al final, el cuento ilustrado que Silvia Nanclares y Miguel Brieva acaban de publicar con la editorial Kókinos. Lo leí enseguida y me ha encantado. Creo que se puede recomendar tanto a niñas y niños como a personas de las autodenominadas adultas. La edición es preciosa. Los dibujos, llenos de detalles y referencias, invitan a releer la historia una y otra vez y prometen que siempre será posible extraer cosas nuevas. El texto es empoderamiento en estado puro; un buen chute de fuerza que siempre se agradece tanto -no digamos ya en lo que respecta a la literatura infantil...

Me quedo con el final, que no revelaré, pero sólo por el cual merece la pena hacerse con el libro. El espíritu onírico, que nos recuerda al viaje de Alicia. La protagonista... La verdad es que TODO. Los dibujos crean una mitología completa -y tienen el atrevimiento de mostrar cosas como un elefante muerto en primer plano- y las palabras realmente te hacen volar, flotar a un par de palmos del llamado mundo real.

Y encima me regalaron dos posters preciosos al comprarlo.

Llevo dos días dándole vueltas -desde que lo leí- y ya estoy deseando volver a él. Sería genial que sólo fuera el primero de una larga serie: Silvia, Miguel, por el bien de las generaciones futuras -y también de las viejas y las actuales-, ¿para cuándo el siguiente?

¡Enhorabuena!

viernes, 28 de mayo de 2010

El coladero de las menores

Hace unos días he leído sobre el desarrollo reglamentario de la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/medicos/decidiran/menores/pueden/abortar/solas/elpepusoc/20100525elpepisoc_3/Tes). Fue aprobada, entre las grandes polémicas habituales en este país, en el mes de marzo y entrará en vigor el próximo 5 de julio.

Como todo el mundo debe de saber a estas alturas, se trata de una Ley con mucha responsabilidad detrás, que responde a las demandas históricas de una grandísima parte del feminismo y de los movimientos de mujeres de las últimas décadas. Éstas han reclamado la necesidad de contar con una normativa que garantice el derecho de decisión de las mujeres, así como la seguridad del personal médico.

Como quizás medida más debatida, la Ley hace desaparecer una excepción de otra normativa del año 2002 acerca de la posibilidad de que menores de edad a partir de los 16 años decidan libremente sobre procedimientos médicos, con la salvedad de los tratamientos de reproducción asistida, de los ensayos clínicos y de las interrupciones voluntarias del embarazo. Ahora, con esta nueva Ley se pretendía que el último supuesto desapareciera y las mujeres de 16 y 17 años pudieran decidir libremente la interrupción de sus embarazos.

El problema es que en el transcurso del trámite parlamentario el Gobierno negoció esto último con otros grupos que se negaban a votar la norma si aparecía tal cual en el texto. No es que el hecho de negociar sea un problema, claro, de eso trata la democracia. Pero la cuestión es que el texto quedó definitivamente redactado de forma que, aunque se reconoce la libertad para decidir de las menores, existe la obligación de que el padre, la madre, el tutor o la tutora de las mismas sean informadas de la situación. Excepción a esto último: que la menor alegue riesgo de grave conflicto en caso de abortar, de recibir coacciones o violencia.

A mí ya me inquietó el hecho de que, finalmente, la libertad de las menores quede contemplada a través de un coladero en la nueva Ley -es evidente que ese supuesto excepcional puede actuar como tal-, y no sea positivamente reconocida como en principio se demandaba y pretendía.

Pero ya sabemos que los trámites parlamentarios están para algo -aunque resulta molesto que en ellos siempre salgan perdiendo las mismas personas. Lo que ahora me resulta más inquietante es el hecho de que, según el desarrollo reglamentario de la Ley, la determinación de si el riesgo aducido por la menor para no informar es razonable recae en el médico o la médica.

Para quienes vivimos en un lugar como la Comunidad de Madrid, y nos encontramos ciertamente familiarizadas con el funcionamiento de los servicios públicos de ginecología, esto último puede ser una catástrofe. Porque en la Comunidad de Madrid no objetan personas individuales, sino servicios enteros (ahora mismo la realidad es que no se practican abortos en la sanidad pública). Así que imaginemos lo que ocurrirá cuando esos/as mismos/as profesionales -porque no van a cambiar, se tratará de las mismas personas- tengan que decidir. Decidir. Pensémoslo bien. ¿Quién decide? ¿Quién decidirá?

lunes, 24 de mayo de 2010

Lecturitas World


Ayer tuve la suerte de leer y escuchar en voz alta la lectura de los relatos breves, eróticos y sorprendentes de una autora francesa llamada Bénédicte Martin. El libro se llama Warm up, por razones obvias.

¿A alguien se le había ocurrido escribir un relato utilizando la regla como motivo erótico? (Porque a mí me parece algo francamente revolucionario) Pues sí: ¡a Bénédicte Martin!

¿Alguien había pensado alguna vez que las medusas pudieran ser algo más que esos bichos viscosos que te estropean el baño en la playa? Sí: ¡también Bénédicte Martin!

Y lo hace todo con la facilidad de quien te da a entender que en realidad no es eso lo que está haciendo -o sea, narrar relatos eróticos-, sino cualquier otra cosa mucho más sencilla y banal. Premio del mes al sexo sin estridencias...

Y encima, por lo que sabemos, la propia autora es un contratópico en sí misma: modelo, dj, licenciada en filosofía... ¿Quién se arriesgaría a clasificar en categorías convencionales lo que no puede ser medido, tasado y ordenado?

Doy las gracias a Ana Cibeira por una mañana de domingo tan fresca, tan rompedora y tan placentera...

... Y también por mi último bello descubrimiento en poesía gallega: Lupe Gómez, una chica que escribe sobre "los ojos rotos de las vacas"; es la imagen más bonita que he leído en mucho tiempo (y me ha provocado un ataque serio de ruralidad, o de ver vacas al menos).

viernes, 7 de mayo de 2010

"The Tempest" (The Bridge Project, 2010)

Hace dos días conseguí, contra todo pronóstico, una entrada para The Tempest, en el Teatro Español. Dirigida por Sam Mendes, forma parte de The Bridge Project, que ha montado también As you like it y que va a estar muy pocos días en Madrid. Así que me siento muy afortunada.

Además, el montaje está muy bien. A pesar del esfuerzo que supone el inglés con subtítulos -para mis pobres cervicales, al menos-, también es un privilegio ver Shakespeare en su propia lengua. La gente estaba entusiasmada.

Tuve que leer La Tempestad para uno de mis trabajos de Doctorado, hace ya cuatro años. Se trataba de leer varias obras canónicas y después textos contemporáneos que hubieran reescrito y revisado las primeras. Así que tuve la oportunidad de trabajar muchos de los temas que aparecen en Shakespeare; y también muchos de los que Shakespeare deja entre sombras y que son los que justamente rescatan los textos postmodernos. Temas y personajes.

Salí del teatro preguntándome si sería posible representar hoy algo como La Tempestad sin tocar nada, manteniendo íntegra la obra original. Tengo serias dudas sobre ello. Creo que gran parte del acierto del teatro contemporáneo (o de la literatura, en general) está en la posibilidad de reescribir, de jugar y de reinventar nuestro legado cultural. Lo vi en la propuesta de Mendes, al menos de forma parcial; con esas imágenes iniciales y finales de Próspero, rompiendo la cuarta pared -Próspero es realmente paradigma del patriarcado, el colonialismo, el racismo, etc. Porque si no, ¿qué sentido tiene?

La obra que reescribía La Tempestad era Indigo, de Marina Warner, una novela cuyo subtítulo, Mapping the waters, ya daba idea del juego de identidades, de revisiones y de imágenes que proponía el texto. La leí en versión original -no está traducida al castellano- y fue una delicia. Básicamente, trataba de reivindicar la existencia de parte de esos otros silenciados por el texto canónico: el negro Caliban, el espíritu Ariel -en versión femenina-, la bruja Sycorax o incluso la propia Miranda, desdoblada en un juego muy interesante sobre las identidades sexuales y postcoloniales.

Como digo, de otro modo, ¿qué sentido tiene?; ¿qué sentido tenemos?

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cine feminista: "Sévigné" (Marta Balletbò-Coll, 2004)

Ayer tuvimos la última sesión del curso "Género, cine y sociedad". Vimos la película Sévigné, de la directora catalana Marta Balletbò-Coll. Me encantó.

Seguramente la de ayer era para mí la tarde perfecta para ver esta película. Para empezar, por el tema del teatro y todas sus referencias (también responsable de que últimamente la cabeza me gire a más velocidad de la normal... a este paso perderé el equilibrio y me caeré...). Para seguir, por el paisaje catalán, tan omnipresente siempre en el cine de allí -¿quién podría reprochárselo con lugares para rodar como el Montseny o prácticamente cualquiera de los rincones de la Costa Brava?- y que de alguna manera también forma parte ya de mi acervo sentimental. Para continuar, por las referencias feministas, rescatando la figura de Madame de Sévigné y narrando una historia en clara consonancia con la misma. Por la exploración de tramas como la de las relaciones entre madres e hijas (con algún tópico, hay que decir, incluido), las titánicas exigencias de un sistema (también cultural) demasiado apegado a los criterios económicos y con muy poco espacio, en el fondo, para la creación, o la de las relaciones adultas, tanto hetero como homosexuales, libres y distintas -gracias por esta nueva trama lésbica sin estridencias... otros, estrenando en estos días, me da la sensación de que podrían aprender algo.

La verdad es que cuando acabó la película y comenzamos con la discusión tuve la sensación de que mis ojos habían sido demasiado benévolos. Quizás. No todos los días puede una ser igual de crítica. A lo mejor se me compensaron unas cosas con otras. Es verdad que la película tiene algunas cosas muy obvias, muy tópicas. O que la experimentación con la cámara -según han dicho- es excesiva e innecesaria (¡pero qué hartas estamos de lo otro!). Y cierto es que el personaje del crítico teatral me plantea muchas dudas; bueno, más bien me las plantea la cuestión de cuál es la visión -crítica o no- que la directora trata de ofrecernos del mismo; y el hecho de estar interpretado por Josep Maria Pou -que me encanta, me encanta, me encanta- es sinónimo de que cualquier cosa que diga y haga resultará, no sólo verosímil, sino profundamente humana.

En fin. Que ya he decidido -después de unas cuantas, y aunque nunca me ha gustado generalizar- que me gusta mucho el cine catalán. Y también que quiero volver a ver Sévigné.

Final de curso. Tristes despedidas. Pero -esperamos todas- nuevos proyectos, muy pronto.

domingo, 2 de mayo de 2010

Weird

Está siendo un fin de semana algo especial.

Comenzó con la combinación de la felicidad (b+b= batido+burrito) en el In Dreams rodeada de amigas, de música y de alegría. Esos ratos que dan la vida, incluso cuando una llega de trabajar y tiene la cabeza en veinte millones de cosas. Qué bueno es tener proyectos y hacerlos en común.

Ayer pasé todo el día en casa escribiendo. Por fin he acabo "mi cosa" (a falta de otro nombre mejor que no acaba de ocurrírseme). 127 páginas. Con una extraña sensación de vértigo por cerrar algo que me ha tenido bastante volcada durante los últimos meses (aunque aún no está cerrada, pero creo que tengo un verdadero problema para asumir los finales...) y todo tipo de dudas/reflexiones destructivas/preguntas paralizantes que estoy tratando de quitarme de la cabeza pero ya. Sé que estoy siendo poco clara e incluso algo críptica. Pero por ahora no puedo dar más detalles, está todo aún demasiado a medias y las palabras me dan vueltas en la cabeza y el estómago. No sé qué será, será; primero tendré que releer, releer y releer, ordenar y reordenar... etc, etc...

Últimamente tengo la sensación también de que mi vida transcurre en el entrar y salir de muchos cajones distintos, y a veces tengo miedo de lo poco que encajan algunos de ellos. Eso, y el tema de las oportunidades perdidas, que junto con las hebras blancas que me descubro cada día en la cabeza, intuyo como signo de vejez.

En medio de todo ello, anoche escuché de nuevo a Mursego en concierto (casi como inauguración del LadyFest Madriz 2010). De nuevo me quedé sin palabras, porque es de esas experiencias que te hacen crecer por dentro, hasta el infinito...

jueves, 29 de abril de 2010

LadyFest Madriz 2010

¡Nueva edición del LadyFest en Madrid!

Para quienes se quedaron con ganas de más en las anteriores ediciones, que seguro que fuimos todas, hay ya un programa bastante amplio de charlas, talleres y conciertos en la web:
http://www.sindominio.net/karakola/spip.php?article240

Especialmente recomendables serán la exposición de collages de Ana Cibeira y el concierto de Mursego el sábado 1 por la noche.

Además, he visto que se va a organizar un taller de autodefensa feminista y otro sobre las mujeres en el teatro (que, a pesar de mis pesares, si continúa en la fecha en que está programado, me tendré que perder).

Todo ello, entre el 1 y el 9 de mayo, entre la Eskalera Karakola, La Tabacalera de Lavapiés, el Patio Maravillas, Traficantes de Sueños y Alma_zen D/s

¡Allá vamos, LadyFest: mucha música, mucho arte, mucha fuerza feminista para esta semana!

miércoles, 28 de abril de 2010

Cine feminista: "Yo, la peor de todas" (María Luisa Bemberg, 1990)

Ayer vimos Yo, la peor de todas, de la directora María Luisa Bemberg, del año 1990, una película que ni siquiera se ha editado en España.

Me pareció muy buena. Hace un recorrido por la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, una de las representantes más importantes de la literatura barroca española, y la figura central de la poesía colonial de entonces.

La película está basada en el libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, de Octavio Paz. La protagoniza Assumpta Serna y proyecta una mirada bastante feminista sobre el personaje y la trama.

Viéndola, me acordaba de algunas lecturas de teoría feminista (Poulain de la Barre, Mary Wollstonecraft...) centradas en la gran querella del momento, que era la polémica sobre la educación de las mujeres -que Sor Juana defendió con fervor. La película muestra muy bien lo que la literatura y el conocimiento, la lectura y la escritura significaron para Sor Juana -en realidad, una pasión que constituía su vida por completo-, y dignifica estas actividades para las mujeres centrándose en un momento en el que la misoginia impregnaba todos los niveles de la vida eclesiástica y secular -ofreciendo un modelo legitimador para todas.

Un gran descubrimiento. Y además hay una trama amorosa muy bien llevada, sin estridencias ni rasgadura de velos ni nada parecido.

Llevo desde ayer queriendo referirme a Sor Juana de alguna manera que no haga alusión a su condición de religiosa, porque ciertamente su figura literaria va mucho más allá y poco (o nada) tiene que ver con el tema de la religiosidad -al contrario de lo que sucede, tengo la impresión, en el caso de Santa Teresa de Jesús. Pero no la encuentro. Y es triste tener que nombrarla precisamente en función de aquello que según parece acabó con su impulso y su fuerza como mujer y como escritora. ¿Alguien ha oído alguna vez nombrar sus apellidos?

martes, 20 de abril de 2010

La muerte y la lesbiana

Tengo una duda acuciante. Acabo de terminar de leer The Children's Hour, de Lillian Hellman. Una de aquellas obras que me costó tanto conseguir (de las que había tenido noticias gracias a un estudio sobre dramaturgas norteamericanas) y que finalmente estoy tardando poquísimo en devorar. Es la obra en la que se basó (creo que de forma bastante más timorata en el tratamiento de la trama lésbica) La calumnia (1962), de William Wyler. Y está bastante bien -bueno, obviamente no tanto como How I learned tu drive, que ya comenté. Pero sin duda era osado plantear una trama así en el año 1952, por lo que no es de extrañar que las cosas se presentaran de la siguiente manera.

Martha y Karen son dos profesoras que regentan un colegio interno para niñas. Son propietarias del colegio -¡propietarias!-, aunque recibieron, en sus inicios, la ayuda de una mujer millonaria. Tienen una alumna malvada -muchísimo, demasiado incluso- que decide extender la mentira de que las profesoras mantienen una relación afectiva entre ellas. Y como la alumna malvada es nieta de la dama benefactora pues el rumor cunde rápidamente y el colegio se les viene abajo. Nota: aunque el rumor era mentira, Martha sí estaba enamorada de Karen, y así se lo confiesa. Conclusión: Martha se suicida después de su declaración de amor.

Mi duda es: ¿por qué?

No es la única vez que un personaje lesbiano sale tan malparado, ¿verdad? La historia nos suena. Demasiado. No me extraña verlo en los años cincuenta, incluso teniendo en cuenta que no creo que el propósito de Hellman al escribir la obra fuera moralizar en contra de la homosexualidad ni nada parecido.

Pero es que la literatura está llena de ejemplos de historias similares con finales casi idénticos. Y, claro, por un lado está bien que proliferen estas tramas. Pero por otro, una acaba siempre con esa sensación de angustia en la boca del estómago... y es muy poco sano. Y muy poco realista, creo yo.

La semana pasada fui a ver la última obra de Rubén Buren, "Historias del abandono", del grupo El Noema, en el Festival de Teatro Universitario de la Complutense. Su obra anterior, Maltrato, que ya comenté aquí, me encantó. Sólo que después de ver ésta me surge la pregunta, insistente: ¿por qué cada vez que nos coloca a una lesbiana sobre el escenario ésta acaba muriendo?

No es sólo que la literatura esté llena de ejemplos. Es que encima los ejemplos están cargados de buenas intenciones. Pienso en Esther Tusquets y en su El mismo mar de todos los veranos (a pesar de que no había muertes, el final sí era terrible y desolador), o incluso en Beatriz Gimeno y Su cuerpo era su gozo (aunque, en este último caso, completamente justificado).

Pienso que quizás, por un lado, opera de fondo el temor a la represión externa, internalizado dentro de las propias relaciones que se construyen en la ficción. Por eso son siempre tan trágicas y llenas de obstáculos, incluso aunque no traten directamente la cuestión de la represión -hay montones de ejemplos relacionados con enfermedades, por ejemplo.

Pero me preocupa que haya otros motivos, bastante más inconfesables: ¿sigue habiendo una parte de nuestro psiquismo que se niega a aceptar que una mujer que ama a otra tenga derecho a vivir? Falta normalidad en todos los sentidos. Y quien esté libre de culpa... Que proliferen, pues, los relatos.

jueves, 8 de abril de 2010

How I learned to drive

"Before You Drive.
Always check under your car for obstructions -broken bottles, fallen tree branches, and the bodies of small children. Each year hundreds of children are crushed beneath the wheels of unwary drivers in their own driveways. Children depend on you to watch them".


(Paula Vogel, How I learned to drive)


Increíble este texto de Paula Vogel. Lo único que me ha dado lástima es que al llegar a él desde un libro sobre dramaturgas norteamericanas donde se analizaban las obras, ya sabía lo que iba a pasar. Si no, la sorpresa final debe de ser mayúscula.

Y es muy duro, al mismo tiempo. Me imagino que verla representada tiene que serlo todavía más. Me parece especialmente indicado en estos tiempos en que la nueva versión de Alicia en el país de las maravillas está a punto de ser estrenada en cine; como recordatorio de la trastienda de esa terrible historia que tantas veces nos han contado...

La recomiendo a todo el mundo y... ¿alguien la ha leído? ¿a alguien le apetece comentar?

¡Saludos!

miércoles, 7 de abril de 2010

Cine feminista: "La teta asustada" (Claudia Llosa, 2009)

La teta asustada, de Claudia Llosa, narra el proceso de autosuperación de su protagonista, peruana quechua cuya madre fue violada por un militar durante su embarazo y que le ha trasmitido a su hija ese supuesto 'síndrome de la teta asustada' (en realidad se refiere al temor a ser violada). La película transcurre en los días siguientes a la muerte de la madre, y nos presenta el periplo de la chica por superar su miedo.

Tengo que decir antes de nada que, debido a un fallo técnico, tuvimos que ver la película sin subtítulos, lo que impidió que nos enteráramos de toda la parte que tiene lugar en quechua. A lo mejor eso explica, en parte, que la película me aburriera mortalmente. Creo que debe durar hora y media larga, y confieso que me costó mantener los ojos abiertos -y eso no suele sucederme. Y también tengo algunas objeciones más concretas.

Me desespera el personaje protagonista, para empezar. El tema de las violaciones de guerra y sus efectos posteriores me parece muy serio; quiero decir que eso me predisponía a favor, en principio. Pero... ¿eso obliga a construir un personaje que es pura pasividad, pura languidez, toda la película? Porque no hay ninguna actividad por su parte, ninguna iniciativa, nada que nos haga saber qué le ocurre por dentro -ni siquiera al final, cuando supuestamente el síndrome se resuelve. Todo su papel -terrible papel, en todo caso, qué duda cabe- se reduce a estar quieta, trasmitirnos su miedo a través de lo que no hace, y desmayarse de vez en cuando -y dejarse recoger y atender, posteriormente.

Además, tengo ciertas dudas sobre la presentación del universo quechua. Hay una estética muy cuidada en la película, que parece destinada a mostrarnos una cara sospechosamente hollywoodiense de toda la familia de la protagonista. No he estado nunca en Perú ni en contacto con sus pueblos, pero tengo la sensación de que, como una de las compañeras del curso comentó, la gama de colores reales debe ir más allá del verde, del azul y del marrón.

Y hasta la historia de la patata, que es el eje en torno al cual gira la trama -como símbolo del miedo, claro- y que podría haber sido muy bien aprovechada de otra manera, queda descontextualizada, no se conecta con nada real, y acaba pareciendo un detalle casi mágico -el miedo a la violación sí es real y no tiene nada de mágico.

Antes de proyectar la película vimos el corto Mi hombre, de Miguel Gutiérrez. Presenta la imagen de muchas mujeres distintas con golpes y heridas en la cara, al tiempo que nos hace escuchar la letra de Es mi hombre, de Sara Montiel -escucharla, si una no tiene un día especialmente bueno, puede convertirse en una experiencia agónica. Así que pretende crear un paralelismo entre las imágenes de la violencia y la celebración de la misma que supone la canción. Es terrible. Pero me surge la duda de si era necesario insistir tanto, por ejemplo, en la última imagen -que casi no se soporta- o en el montaje sobre el rostro de la propia Sara Montiel -¿una especie de venganza? ¿pero... quién podría sugerir una cosa así? yo no...-. Aquí siempre me surge la duda -cada vez más- de si la supuesta crítica social legitima cualquier tipo de imagen, por muy salvaje que ésta resulte; y mi estómago cada vez me trasmite con mayor claridad que la respuesta es no.

Mal comienzo de semana. Aunque puedo decir que por las noches estoy leyendo, por fin, How I learned tu drive, de Paula Vogel, y que me compensa con creces el resto de agravios. Ya comentaré.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Cine feminista: "Te doy mis ojos" (Icíar Bollaín, 2003)

Ayer vimos Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín, del año 2003. Yo creo que es una película de obligada proyección en un ciclo de cine feminista y de mujeres. Y es una película que no deja a nadie indiferente -de ello da fe el millón de expectadores y expectadoras que fueron a verla al cine.

Hacía años que no la veía, y está claro que he cambiado bastante en ese tiempo.

Yo creo que Icíar Bollaín sabía muy bien lo que hacía y también cómo tenía que hacerlo, cuando escribió el guión y cuando la rodó. La metáfora que le da título es interesante; la conexión continua con el tema del amor -que, insisto, permanece como un dogma en nuestra cultura. Y sobre todo marcó un hito en el largo proceso de extracción del tema de la violencia de género, del ámbito privado al público -y pocos discursos tan eficaces para ello como el cinematográfico.

Pero... tengo varios peros, dudas u objeciones. Últimamente me obsesiona el tema de la construcción de los personajes, y la perspectiva que la narración nos da. ¿Dónde posiciona Bollaín la cámara? Probablemente, entre los dos personajes, víctima y agresor. Eso, en principio, me maravilla: ser capaz de posicionar la historia desde la perspectiva del maltratador, sin tratar de redimirlo, al mismo tiempo. Mi duda viene de que no sé, francamente, si en último término es posible hacer eso. Si alguien vio el corto Amores que matan, que Bollaín realizó antes de Te doy mis ojos, entenderá mejor de lo que hablo.

¿Tiene algún sentido la búsqueda de la objetividad a través de un discurso de ficción -o del tipo que sea, en realidad? ¿Qué tiene de malo reconocer tu propio posicionamiento, que es inevitable? Así que oscilo. Personalmente, soy muy escéptica sobre algunas cuestiones que se muestran en la película (las terapias para maltratadores, por ejemplo). Y puede que, como expectadora, con mi carga de subjetividad, mi posicionamiento debido a creencias, vivencias, etc. de lo más diverso, no me apetezca ver ningún atisbo de comprensión para el personaje de Luís Tosar.

Pero, como digo, oscilo como un péndulo. Lo de la redención de los personajes constituye uno de mis temas estrella, desde que vi cierta entrevista a Pedro Almodóvar en la que éste reconocía que, como escritor, siempre se ve en la necesidad de redimir a sus personajes. Yo no estoy nada segura de que eso sea preciso, posible o siquiera deseable. Quizás lo de la redención no dependa sólo de quien crea, sino de quien recibe (lee, ve, juzga y critica); es decir, aunque reconozco los denodados esfuerzos de Almodóvar para redimir al protagonista de Hable con ella (interpretado por Javier Cámara), para mí, como expectadora, no lo consigue -y el tipo continua siendo un violador.

Volviendo a Te doy mis ojos, creo que Bollaín no trataba en ningún momento de redimir al personaje de Tosar. Pero, contemplando el resultado, sí nos lo muestra como un ser humano; no un monstruo, ni un psicópata. Eso me parece un acierto. Y, al tiempo, deja quizás la puerta abierta a cierta identificación... que revuelve las tripas de cualquier expectador con un mínimo de conciencia. Lo malo es que no estoy segura de que ese mínimo de conciencia abunde tanto como muchas veces pensamos.

martes, 23 de marzo de 2010

Vetas

Este fin de semana vi una película, An Education, de la directora danesa Lone Scherfig, y una obra de teatro, Por el placer de volver a verla, de Manuel González Gil.

Puede que mi asténica mirada sea demasiado complaciente estos días. Pero creo que estoy empezando a entresacar algo así como vetas de aprovechamiento de las cosas.

En el primer caso, la película, aunque no es redonda -intuyo que falla algo en el ritmo-, es una delicia de ver. Sufrí mucho hasta el final, porque no sabía si lo que nos trataban de contar era lo mismo de siempre, o algo radicalmente nuevo. Al final, son los ojos de la protagonista -maravillosa- los que nos guían por toda la trama; eso no está nada mal, para variar. Veta añadida: la historia de la profesora; ojalá hubiera tenido un desarrollo mayor -lo merecía, quiero decir que las relaciones entre alumnas y profesoras no han sido todavía, creo, suficientemente exploradas, y en este caso podría haber dado mucho más de sí.

En el segundo, mi crítica es mucho más feroz, al tratarse de un retrato tan típicamente masculino de la madre -a quien se intenta hacer pasar por un personaje universal... lo cual me hizo enarcar una ceja desde el comienzo de la función- que me extraña que nadie haya dicho nada todavía -es mentira: en realidad, no me extraña nada. Eso no significa que la identificación no sea -seguramente por desgracia- más que posible, y que veamos en el personaje materno a nuestra propia madre corregida y aumentada. Me asusta un poco la injusticia de semejante semblanza, nada más. La veta: las reflexiones sobre teatro y literatura -de lo mejor que he visto yo en teatro dentro de teatro.

A lo mejor estoy en una mala semana, tengo las defensas críticas bajas y mi opinión no es fiable. Pero no he lamentado ninguna de las dos experiencias; ni -obviamente- la primera, ni la segunda, con todo lo controvertida que me parece.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Cine feminista: "Me llamo Sara" (Dolores Payás, 1998)

Nueva entrega del curso Género, cine y sociedad. Esta vez una película de la directora catalana Dolores Payás, del año 1998.

Me llamo Sara narra la crisis existencial de una mujer, Sara, a lo largo de un año de su vida en el que confluyen muchos de esos que llaman hitos de madurez: la muerte del padre, la crisis con la pareja, con la hija... Toda la historia es una búsqueda incesante de identidad personal.

Me gustó: el retrato de distintos tipos de mujeres, sin caer en estereotipos; el paisaje catalán, continuo; el tratamiento del tema de la agresividad femenina (hay una escena, una toma, al final, que me parece memorable, pero no destriparé...).

No me gustó: el uso de la voz en off de Sara, innecesario -creo yo- como técnica cinematográfica; la duración, un poco excesiva.

En cualquier caso, es una buena película para reflexionar sobre el cine desde una perspectiva feminista; en el debate posterior salieron montones de cosas.

En fin... la próxima semana más.

lunes, 15 de marzo de 2010

Música, fuerza, euskera

¿Sabían que el euskera no tiene desdoblamiento de género lingüístico?

El sábado por la noche estuve en el concierto que dieron en Madrid los grupos Mursego y Anari. Sobre todo, quedé impresionadísima con la primera; Maite Arroitajauregi toca el violoncello, las maracas, el platillo, sopla pompas de aire dentro de un vaso de agua... y sobre todo canta. Canta consigo misma, a varias voces, a varias capas; se graba y vuelve a cantar. Todo el mundo sabe (creo) a estas alturas de mi falta casi absoluta de talento musical; qué le vamos a hacer. Por eso experiencias como la del sábado tienen un valor especial para mí. Mursego me transportó, me transformó; fue como un bálsamo en mitad de un fin de semana algo extraño...

La verdad es que me encanta el euskera; tengo que reconocer que mi falta de oído musical se compensa con mi sensibilidad para los acentos y las lenguas. Y esas dos voces femeninas, cantando en medio de las ballenas del Moby Dick de Madrid -por cierto, el único bar en el que he estado donde parecen haberse aplicado criterios feministas para diseñar los baños: cuatro cabinas, limpias y con papel higiénico, toda la noche-, fueron como un faro de fuerza y de poder. El poder, de nuevo, de las palabras. Y, esta vez, también de la música.

Hoy he empezado el día en plan freaky y ya me he escuchado varias veces todas las canciones de nuevo en internet (http://www.myspace.com/mursego). También, por continuar con las freakadas, he estado pensando un poco... Cantar a varias voces, con una misma, me parece un ejemplo sencillamente genial del juego con las propias identidades (¿no somos como cebollas, formadas por capas y más capas? ¿No son nuestros relatos y discursos -o canciones- como cebollas a su vez?), con el poder de la creatividad, con la invención y la reinvención de una misma y del mundo.

Es para empezar con ganas la semana...

viernes, 12 de marzo de 2010

Niñas de plastilina

"Y estas palabras eran como una orden, que me daba a mí misma, sin que nada ni nadie pudiera contradecirla, ni evitar que se cumpliera. Aún recuerdo, y por primera vez, la extraña fuerza que de pronto me hacía dueña de mis actos".


(Ana Mª Matute, Paraíso inhabitado, 2008).


Acabo de encontrar la mejor expresión literaria de la niña que fui y que aún llevo dentro; gracias por las grietas, las palabras invisibles y las verdades de plastilina...

jueves, 11 de marzo de 2010

Cine feminista: "Margarita y el lobo" (Cecilia Bartolomé, 1970)

Me he apuntado a un curso sobre mujeres cineastas que se llama Género, cine y sociedad, del Instituto de Investigaciones Feministas de la Complutense. Empezó el martes y me está encantando. Para empezar, tuve la suerte de poder escuchar otra vez a Pilar Aguilar (una de las primeras responsables de que a mí se me empezaran a abrir los ojos... y como platos, la primera vez que la escuché), experta en cine feminista.

Y después se proyectó la primera de las películas: Margarita y el lobo, de Cecilia Bartolomé, hecha en 1970. La verdad es que es sorprendente que algo así pudiera pensarse y hacerse entonces, con los niveles de censura con los que debía de convivirse en este país. Es un mediometraje (me estoy volviendo toda una experta cinematográfica) y es feminista en toda regla. La verdad es que, bien pensado esto último, me parece más lógico que algo así pudiera hacerse entonces que ahora, cuando nuestras conciencias parecen atrofiarse en un retroceso tan poco esperanzador.

He pensado que estaría bien ir colgando aquí información sobre las películas que vayan proyectando durante las ocho semanas que dura el curso. Más que nada por aquello de dar visibilidad a quienes se la merecen -¿el hecho de que por primera vez una mujer, Kathryn Bigelow, haya ganado el Oscar a la mejor directora en ochenta y tres años de historia de estos premios no habla por sí mismo?

De momento, y gracias al curso, tengo un buen montón de textos sobre cine feminista y sobre cine hecho por mujeres, que espero poder ir leyendo poco a poco. Emoción pura vuelvo a sentir.

viernes, 5 de marzo de 2010

sábado, 27 de febrero de 2010

Las mujeres fuertes de Lucía Etxebarria

"Mi persecución de una vaga y muchas veces disfrazada realidad que llegaba y se iba a través de la literatura de mujeres era también la de la idea de poder desear por mí misma y escoger por mí misma. Y también era la de una intensidad elemental entre mujeres, una intensidad que en las obras escritas por hombres era muchas veces trivializada, caricaturizada o revestida de maldad. Muchas mujeres sentimos el impulso de atractivo de la energía femenina, el mismo que nos hace sentirnos fascinadas por las mujeres fuertes, el mismo que busca una literatura que exprese esa energía y esa fuerza".


Lucía Etxebarria, La letra futura, p. 358.

martes, 23 de febrero de 2010

Mala(s)madre(s)

El sábado fui a ver Celda 211 (sí, soy una de esas personas que han esperado a ver la entrega de los Goya para ir a verla y por cuya culpa las salas de cine han estado este fin de semana como han estado: hasta arriba).

No iba a comentarlo porque, aunque me pareció muy buena, tengo que reconocer que no es el tipo de película que me arrastra al cine. Lo mejor de ella, desde mi punto de vista, es la creación del personaje de Malamadre, maravillosamente interpretado por Luís Tosar. La verdad es que todas las interpretaciones de Luís Tosar son maravillosas, y en este caso el personaje, curiosamente (preso por homicidio en primer grado) resulta mucho más empático y humano que aquel monstruo de Te doy mis ojos (no es que Luís Tosar se encasille en personajes malvados y ya no podamos imaginárnoslo fuera de ellos, es que sus interpretaciones son tan buenas que en pantalla deja de ser actor y se convierte en el personaje; y claro, cuando salimos del cine seguimos con la misma sensación...).

El caso es que al final me he decidido a mencionarlo porque acabo de leer el artículo que publica hoy El País, titulado "Malamadre y el buen padre de familia", y firmado por Miguel Lorente, Delegado del Gobierno para la violencia de género, y por el propio Luís Tosar. Siempre me parece interesante la sinergia entre cultura y violencia, y además la utilización que hace de una película que ahora mismo está en boca de todo el mundo para hablar de algo que también debería estar: el mito de la mala madre y su papel en las estrategias del machismo (no postmachismo, ahí disiento; ¿cuándo dejó de existir?) actual, como por ejemplo el tristemente famoso SAP (Síndrome de Alienación Parental).

Lo recomiendo.

lunes, 22 de febrero de 2010

Clí-to-ris

Leo con excitación que el Ministerio de Igualdad va a subvencionar una investigación de la Universidad Complutense de Madrid cuyo objetivo es justamente trazar un mapa de excitación sexual del clítoris. Lo publicó el ABC la semana pasada.

El clítoris... Siempre que leo esta palabra cunde mi regocijo interior. Y si es en prensa de derechas más. Es fascinante constatar el poder con el que resuenan algunos términos... y el miedo que invocan, por tanto.

Y por una vez me alegro de no parecer la única que piensa en el clítoris. La investigación de la Universidad Complutense quiere servir para dar nuevos pasos en la solución de las consecuencias que patologías como el cáncer o agresiones como la ablación tienen sobre la vulva. Yo pensaba que cuando una mujer era mutilada no había vuelta atrás. Me parece muy buena noticia que no sea así, y personalmente -es decir, más allá de los fines médicos- me encantaría que el susodicho mapita se distribuyera, en formato de tarjetas de visita, una vez que la investigación llegue a su fin. Yo incluiría un apartado a rellenar de forma individualizada. Porque a fin de cuentas... cada clítoris es un mundo, ¿no?

Parece que la existencia de un órgano cuya única función es el placer da miedo y produce bastante desconcierto. El miedo se traduce en rabia y la rabia en violencia... al menos en algunos casos. En otros, por fortuna, el desconcierto se traduce en felicidad, mucha felicidad, horas y horas de felicidad. Por todo ello digo que es evidente el poder de la palabra.

¿Alguien se imagina semejante revuelo porque una investigación para paliar las consecuencias del cáncer de próstata fuera subvencionada? Yo no. Estoy segura de que eso se financia; y también me alegraría si a alguien se le ocurriera dibujar un mapa de excitación sexual de la próstata (porque la próstata también es una zona erógena, ¿verdad? Aunque lo digamos casi en voz baja o no lo digamos...).

Por la parte que me toca, voy a celebrar cada vez que vea que alguien más se ocupa del clítoris y del placer femenino. Y cada vez que veo la palabra escrita y constato su poder: ¡clí-to-ris!

viernes, 19 de febrero de 2010

Prefiero mi fuerza

Prefiero estar de pie, siempre de pie
Prefiero los zapatos que no llevan cordones
Prefiero la soledad de mi cama, perdida bajo el edredón
Prefiero apagar el móvil mientras estoy en el teatro
Prefiero la risa al llanto y el llanto a la indiferencia
Prefiero el baile a la quietud
Prefiero el agua al hielo
Prefiero el verde al azul
Prefiero el silencio al grito, menos cuando el grito procede del silencio
Prefiero no tener que hablar nada más terminar de ver una película
Prefiero el vino
Prefiero no levantarme a las tantas, pero tampoco tener que madrugar
Prefiero ser culpable a simplemente sentirme culpable
Prefiero el precipicio que el miedo al precipicio
Prefiero soledad, y palabras y vacío que llenar con ellas
Prefiero la fuerza, mi fuerza


Madrid, 5 de febrero de 2010

jueves, 18 de febrero de 2010

Yo y mis libros: Hacia un discurso de agradecimiento literario

Fui la primera en aprender a leer. La primera de la clase. Debía de tener cuatro años y la maestra me paseó por las aulas vecinas, diciéndoselo a las otras profesoras. Recuerdo escribir mi nombre, escribir nuestros nombres, muchas veces, sobre una hoja blanca, hasta cubrir el folio entero. Columnas y columnas de nombres: Lola, Lola, Lola, Lola... Después de eso, recuerdo aprender a leer. No sé cómo. No guardo ninguna sensación especial de hallazgo o sorpresa por juntar letras o comprender de pronto el sentido oculto de las palabras. Sólo la idea: ya sabía leer. Debe de ser algo mágico, algo como de otro mundo, y que quizás ni siquiera las maestras y pedagogas entienden muy bien. Cómo puede suceder que la gente aprenda a leer; qué es exactamente la lectura; qué tenemos dentro que nos permite llevarla a cabo.

O quizás sí lo saben, y sólo soy yo quien lo desconoce. El caso es que a los cuatro años yo sabía leer, y eso colmó de orgullo y satisfacción a todo el mundo a mi alrededor. Imagino que a mí también. No sé si tiene mérito o si es algo parecido a que te salgan antes o después los dientes de leche: no está en tu mano.

A partir de ahí, empecé a leer, imagino que cada vez más rápido. De pequeña leí mucho, muchísimo, hasta más o menos los once o los doce años. Mi madre dice que cuando ni siquiera sabía hacerlo pedía que me leyeran los cuentos una y otra vez, una y otra vez. Es curioso, ¿quizás una primera muestra de atracción por eso tan indefinible que después ha seguido alimentándome?

Me acuerdo de mi primer libro –no cuento-, libro de cierto grosor, infantil sí, pero con cierta entidad ya de libro. Se llamaba El cerdito Lolo y pertenecía a la colección blanca –la que iba dirigida a niñas y niños más pequeños- de El barco de vapor. Lo leí muchísimas veces; me encantaba. Aún lo conservo en mi estantería.

Está junto a algunos otros cuentos y libros de los que no he querido separarme a pesar del paso de los años. La colección completa de Astrid Lindgren, de El Círculo de Lectores, que yo creo que fue pionera en la escritura de historias infantiles que no eran tristes ni opresivas. Algunos títulos de Christine Nöstlinger, que ha nutrido provechosamente la imaginación de toda mi generación. Matilda, de Roald Dahl, que también les da una vuelta de tuerca definitiva a las historias truculentas, y que además, probablemente por su argumento, me colocó por primera vez ante los ojos –tenía unos doce años- el hecho de mi gusto por la literatura. Y observo ahora, desde donde escribo, las tapas blancas con lunares rosas de Rosa Caramelo, uno de los primeros cuentos feministas a los que tuve acceso, gracias a una muy buena maestra y después a mi padre y a mi madre.

Todos los libros protagonizados por El pequeño Nicolás, que en vacaciones leía en voz alta a mi familia mientras comíamos. Algunos de Erich Kästner, redescubierto más tarde y que me sirvió tambien para practicar el alemán. Las historias, muy anteriores a mi niñez, de Guillermo Brown, que heredé por vía materna. Y los cuentos de Winny de Puh, descubiertos bastante tardíamente, pero igualmente divertidos.

Seguro que me olvido alguno. Hasta los once o los doce años leí mucho, muchísimo. Después, pasé una época un tanto apática. No sé muy bien por qué. Puede que tuviera que ver con una profesora de lengua y literatura que nos exigía leer mucho cada trimestre. Puede que me produjera tanta angustia que después, cuando pude volver a hacerlo sola y por gusto ya no me apetecía. Y así pasaron unos cuantos años, durante los cuales me convertí en adolescente, empecé a ir al Instituto, hice nuevas amigas y decidí que quería estudiar Filosofía. También seguí escribiendo. Y, poco a poco, volví a leer con ganas.

Después ya no he parado. La lectura es la base de buena parte de las cosas que he hecho. También la escritura, como su otra cara. En la carrera, en el Doctorado, en los trabajos que he tenido. Y en mi tiempo libre. Es lo que crea sinergias, además, con muchas otras cosas que me apasionan: la política, el teatro...

Deberíamos escribir, seguramente, un discurso de agradecimiento para todas aquellas escritoras y escritores que, gracias a sus palabras, contribuyeron a modelarnos, desde nuestras infancias, en lo que venimos siendo. No creo que lo esperen. Por la experiencia que tengo escribiendo, imagino que ser leída ya es suficiente recompensa. Pero, si tuviera que hacerlo, yo procedería en el orden, más o menos, en que he dispuesto estas líneas, empezaría dándole las gracias a Eveline Hasler y Adela Turín, autoras, respectivamente, de El cerdito Lolo y de Rosa Caramelo... y concluiría, seguramente, con Clarice Lispector y con Grace Paley.

Mi discurso de agradecimiento incluiría unas breves referencias al momento y el modo en que aprendí a leer, con cuatro años de edad, y también el reconocimiento por la creación de historias, en el caso de las infantiles, no destinadas a amedrentar, moralizar o corregir, sino a dar alas a la imaginación, la autonomía personal y la libertad.

Esas tres cosas –imaginación, autonomía personal y libertad- son los huesos de los que se nutre el caldo de la escritura, dicho sea de paso. Así que sin ese esfuerzo escritor previo, por parte de a quienes aquí agradezco, mi propio esfuerzo creador, probablemente, habría sido vano.

Y no es un caldo sencillo, porque a veces da miedo, y vértigo, y exige mucho esfuerzo; mucha dedicación, mucha tolerancia y amor propio, también. Pero está tan bueno que ni ellas (quienes me precedieron) ni yo estamos dispuestas a renunciar al mismo.


Madrid, 13 de noviembre de 2009

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