viernes, 29 de enero de 2010

Leo con tristeza, leo con esperanza

Leo con tristeza que ha muerto, a los 91 años, J.D. Salinger, autor de El guardián entre el centeno. Fui fan de Salinger durante una época concreta de mi vida; la que abarcó mi primera, primerísima juventud. Leí El guardián enamorada de mi profesor de ética de cuarto, y después leí también con devoción Nueve cuentos y Franny y Zooey (bastante más flojo, hablando con sinceridad, que los otros dos... sobre todo que el primero). El País ha elaborado una extensa semblanza como obituario del escritor que todavía no me ha dado tiempo a leer. Pero incluye un fragmento del comienzo de su obra por antonomasia, cuya lectura recomiendo como preámbulo de cualquier adolescencia. Como valor añadido, Salinger vivió su vida como le dio la gana; escribió su gran obra y después desapareció de la escena pública, prácticamente hasta ahora que ha muerto.

Y leo con esperanza (relativa, no nos engañemos) que Soledad Puértolas ha sido elegida miembro de la Real Academia Española. Es la quinta mujer que ingresa en ella y aunque El País se lamenta de que siga siendo noticia que una mujer lo haga yo prefiero pensar de forma más pragmática y, sí, celebrarlo. Al menos hasta que leo esa declaración de principios sobre la imposibilidad de las cuotas en la RAE y sobre el criterio del mérito como acceso... Es ahí donde mi esperanza se tambalea un poco. ¿Nadie observa la paradoja? Si el mérito fuera realmente el único criterio válido, ¿de verdad sería Soledad Puértolas la quinta mujer en sentarse en la RAE? ¿Y nos lo dicen con toda la frescura del mundo y se quedan tan anchos?

lunes, 25 de enero de 2010

"Después de todo son los hombres quienes engendran a las hijas"

"Después de todo son los hombres quienes engendran a las hijas -dijo severamente la directora Brava a su hijo levantando los ojos de la Gaceta de Egalia. Estaba perdiendo los nervios-. (...) No todas podemos ser iguales, ni siquiera en una sociedad igualitaria como la nuestra. (...) ¿Quién dice que no puedes hacer lo que quieres? Sólo digo que debes ser realista. No se puede nadar y guardar la ropa... Si tienes hijas, tienes hijas y se acabó. (...) En cualquier caso, ningún hombre de verdad quiere ser marinera".


Gerd Brantenberg, Las hijas de Egalia, 1977.

(¿Alguien ha leído Las hijas de Egalia? Porque yo acabo de terminarlo. Es alucinante la manera en la que pone a prueba, minuciosamente, tu propia percepción de las cosas; cuando lo acabas te has cuestionado a ti misma como lectora o lector unas cuantas veces; además de tus creencias, tus relaciones, etc. No es sencillo de leer, pero El Quijote tampoco y sigue siendo lectura obligatoria en Bachillerato. En serio; ¿por qué no lo incluyen como lectura en los institutos?).

miércoles, 20 de enero de 2010

El teatro es...

“El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre. Han de ser tan humanos, tan horrorosamente trágicos y ligados a la vida y al día con una fuerza tal, que muestren sus traiciones, que se aprecien sus olores y que salga a los labios toda la valentía de sus palabras llenas de amor o de ascos”.


Federico García Lorca, 1936.


Yo tuve una profesora de literatura, en el instituto, que decía que, para leer bien a Lorca, hay que hacerlo desde el estómago...

miércoles, 13 de enero de 2010

GUF: Acción 01/2010

Me acuerdo muy a menudo -más de lo que quisiera, en realidad- de la propuesta que lancé en una entrada, hace cosa de año y medio, acerca de la necesidad de crear una Guerrilla Urbana Feminista en mi barrio. De hecho, la entrada se llamaba "Me hago guerrillera". Incluso me inventé las siglas: la GUF.

Es que en mi barrio, y en mi mundo, es inevitable acordarse con frecuencia de estas cosas.

Las Navidades, por ejemplo, siempre propician buenas ocasiones para las acciones de la GUF. Pienso, por ejemplo, en cierta manifestación de apoyo a la familia...

Ahora se me ha ocurrido que la GUF necesita ayuda científica. El frío de estos últimos días ha provocado un efecto curioso en la moda de las mujeres de mi barrio: todas han sacado sus pieles a relucir. Bueno, no las suyas, sino las de algún pobre animal que fue despojado de ellas (esto último es importante -me refiero al tema de la propiedad de las susodichas pieles-, porque es justamente lo que fundamenta la intervención guerrillera).

No lo he mencionado, ¿verdad? Los abrigos de piel son una de las cosas que más odio del mundo. Pues bien, ¿no sería fantástico inventar un producto capaz de hacer entrar en combustión, hasta su desaparición total, cada una de estas prendas? Así, sobre la marcha, pequeño contacto con el lanzallamas y abrigo de pieles reducido a cenizas... y dueña semidesnuda y avergonzada a la caza de un abrigo de paño (ánimo, que las tiendas están llenas de ellos).

En serio. Yo me veo a mí misma muy a menudo armada con el lanzallamas destruye-abrigos de piel (imagen: ¿alguien ha leído -no visto- Tomates verdes fritos y se ha sentido también identificada con la Towanda de Evelyn Couch?).

Amigas químicas, amigos químicos: la GUF os necesita.

lunes, 11 de enero de 2010

Supremacía masculina

Leo el artículo que publica hoy El País, firmado por Eugenio Suárez y que titula "Emancipación masculina". Leo y suspiro. Suspiro por no hacer nada peor. Claro que eso me pasa por leerlo, porque el título ya me hizo enarcar una ceja y temerme lo peor. Dentro de poco, se lo juro, optaré por dejar de leer El País. Porque después de Javier Marías, después de Enrique Lynch... siempre hay un después.

Lo único que vuelve a consolarme es la fehaciente ignorancia de la sarta de sandeces que individuos como Suárez arrojan sobre la cuestión de la presunta 'emancipación masculina', prueba del más patético recurso a la pataleta.

Me explico. No se puede hablar de emancipación de quienes llevan emancipados -y pienso, emancipados políticamente, por vía de las revoluciones liberales y democráticas- cerca de trescientos años. ¡Trescientos años! Las mujeres, a pesar de las promesas, no consiguieron alcanzar el estatus de ciudadanas en el siglo XVIII. Así que lo del "retoque a la desigualdad" que enarbolan estos varones emancipados -¡y aterrados, pobrecitos!- me hace guiñar los ojos en una sonrisa compasiva de beatífica paciencia. Paciencia, paciencia.

La más elemental justicia no es la de quien, después de matarla a ella, decide quitarse de enmedio. Ese individuo nunca es justo. La justicia no tiene lugar sino cuando ese varón -también emancipado, ahora y siempre- es juzgado y condenado a pudrirse entre rejas durante el mayor número de años posible. Eso, aun contando con que dicha condena no le devolverá la vida a quien tuvo que sufrirle a su lado durante quizás muchos años. Y es que de esto nunca hablan quienes repiten y repiten los datos de las denuncias falsas. La realidad es que existe aproximadamente un porcentaje del 4% de denuncias falsas por violencia de género; exactamente el mismo que en el resto de delitos. Pero de estos últimos no se habla nunca.

Ignorancia y mala uva. El retrato de lo que sucede lo da el propio autor, en sus últimas líneas, cuando se lamenta del intercambio de papeles que tiene lugar actualmente, en el que el paterfamilias es colocado en la cuerda floja a cambio del acceso de las mujeres a los roles y actividades de las que siempre se vieron excluidas. Y añade: esto sólo sería justo si ellas fuesen mejores. Pero es que no lo son.

Y ahí tiene razón. Ellas son iguales. Igual de mediocres, igual de sobresalientes, igual de vagas, igual de trabajadoras. Pero seguramente, en líneas generales, y dadas las dosis de paciencia necesarias para aguantar, mucho más valientes. Porque se han propuesto demostrar, y hacer realidad, que la justicia se basa en la igualdad y no en ningún criterio de excelencia; es que esto último, señores emancipados, no suena muy democrático, ¿verdad? Suena, irremediablemente, a pataleta y puñetazo sobre la mesa de aquéllos que saben que la verdadera emancipación que está en juego -no la suya, de la que nadie duda, a estas alturas- no se saldará sino con la muerte de la supremacía real de quienes siempre la han ostentado. Descansen ellos en paz.

sábado, 2 de enero de 2010

"La veleta apunta hacia el sur"

Separo tus hojas,
Una por una:
Las estiradas y amplias hojas exteriores;
Las pequeñas,
Agradables al tacto, jaspeadas con púrpura.

Las almibaradas hojas interiores,
Una por una,
Te separaba de tus hojas,
Hasta que te erguías como una flor blanca,
Oscilando suavemente con la brisa del atardecer

(Amy Lowell, Cuadros de un mundo flotante, 1919)

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