jueves, 29 de abril de 2010

LadyFest Madriz 2010

¡Nueva edición del LadyFest en Madrid!

Para quienes se quedaron con ganas de más en las anteriores ediciones, que seguro que fuimos todas, hay ya un programa bastante amplio de charlas, talleres y conciertos en la web:
http://www.sindominio.net/karakola/spip.php?article240

Especialmente recomendables serán la exposición de collages de Ana Cibeira y el concierto de Mursego el sábado 1 por la noche.

Además, he visto que se va a organizar un taller de autodefensa feminista y otro sobre las mujeres en el teatro (que, a pesar de mis pesares, si continúa en la fecha en que está programado, me tendré que perder).

Todo ello, entre el 1 y el 9 de mayo, entre la Eskalera Karakola, La Tabacalera de Lavapiés, el Patio Maravillas, Traficantes de Sueños y Alma_zen D/s

¡Allá vamos, LadyFest: mucha música, mucho arte, mucha fuerza feminista para esta semana!

miércoles, 28 de abril de 2010

Cine feminista: "Yo, la peor de todas" (María Luisa Bemberg, 1990)

Ayer vimos Yo, la peor de todas, de la directora María Luisa Bemberg, del año 1990, una película que ni siquiera se ha editado en España.

Me pareció muy buena. Hace un recorrido por la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, una de las representantes más importantes de la literatura barroca española, y la figura central de la poesía colonial de entonces.

La película está basada en el libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, de Octavio Paz. La protagoniza Assumpta Serna y proyecta una mirada bastante feminista sobre el personaje y la trama.

Viéndola, me acordaba de algunas lecturas de teoría feminista (Poulain de la Barre, Mary Wollstonecraft...) centradas en la gran querella del momento, que era la polémica sobre la educación de las mujeres -que Sor Juana defendió con fervor. La película muestra muy bien lo que la literatura y el conocimiento, la lectura y la escritura significaron para Sor Juana -en realidad, una pasión que constituía su vida por completo-, y dignifica estas actividades para las mujeres centrándose en un momento en el que la misoginia impregnaba todos los niveles de la vida eclesiástica y secular -ofreciendo un modelo legitimador para todas.

Un gran descubrimiento. Y además hay una trama amorosa muy bien llevada, sin estridencias ni rasgadura de velos ni nada parecido.

Llevo desde ayer queriendo referirme a Sor Juana de alguna manera que no haga alusión a su condición de religiosa, porque ciertamente su figura literaria va mucho más allá y poco (o nada) tiene que ver con el tema de la religiosidad -al contrario de lo que sucede, tengo la impresión, en el caso de Santa Teresa de Jesús. Pero no la encuentro. Y es triste tener que nombrarla precisamente en función de aquello que según parece acabó con su impulso y su fuerza como mujer y como escritora. ¿Alguien ha oído alguna vez nombrar sus apellidos?

martes, 20 de abril de 2010

La muerte y la lesbiana

Tengo una duda acuciante. Acabo de terminar de leer The Children's Hour, de Lillian Hellman. Una de aquellas obras que me costó tanto conseguir (de las que había tenido noticias gracias a un estudio sobre dramaturgas norteamericanas) y que finalmente estoy tardando poquísimo en devorar. Es la obra en la que se basó (creo que de forma bastante más timorata en el tratamiento de la trama lésbica) La calumnia (1962), de William Wyler. Y está bastante bien -bueno, obviamente no tanto como How I learned tu drive, que ya comenté. Pero sin duda era osado plantear una trama así en el año 1952, por lo que no es de extrañar que las cosas se presentaran de la siguiente manera.

Martha y Karen son dos profesoras que regentan un colegio interno para niñas. Son propietarias del colegio -¡propietarias!-, aunque recibieron, en sus inicios, la ayuda de una mujer millonaria. Tienen una alumna malvada -muchísimo, demasiado incluso- que decide extender la mentira de que las profesoras mantienen una relación afectiva entre ellas. Y como la alumna malvada es nieta de la dama benefactora pues el rumor cunde rápidamente y el colegio se les viene abajo. Nota: aunque el rumor era mentira, Martha sí estaba enamorada de Karen, y así se lo confiesa. Conclusión: Martha se suicida después de su declaración de amor.

Mi duda es: ¿por qué?

No es la única vez que un personaje lesbiano sale tan malparado, ¿verdad? La historia nos suena. Demasiado. No me extraña verlo en los años cincuenta, incluso teniendo en cuenta que no creo que el propósito de Hellman al escribir la obra fuera moralizar en contra de la homosexualidad ni nada parecido.

Pero es que la literatura está llena de ejemplos de historias similares con finales casi idénticos. Y, claro, por un lado está bien que proliferen estas tramas. Pero por otro, una acaba siempre con esa sensación de angustia en la boca del estómago... y es muy poco sano. Y muy poco realista, creo yo.

La semana pasada fui a ver la última obra de Rubén Buren, "Historias del abandono", del grupo El Noema, en el Festival de Teatro Universitario de la Complutense. Su obra anterior, Maltrato, que ya comenté aquí, me encantó. Sólo que después de ver ésta me surge la pregunta, insistente: ¿por qué cada vez que nos coloca a una lesbiana sobre el escenario ésta acaba muriendo?

No es sólo que la literatura esté llena de ejemplos. Es que encima los ejemplos están cargados de buenas intenciones. Pienso en Esther Tusquets y en su El mismo mar de todos los veranos (a pesar de que no había muertes, el final sí era terrible y desolador), o incluso en Beatriz Gimeno y Su cuerpo era su gozo (aunque, en este último caso, completamente justificado).

Pienso que quizás, por un lado, opera de fondo el temor a la represión externa, internalizado dentro de las propias relaciones que se construyen en la ficción. Por eso son siempre tan trágicas y llenas de obstáculos, incluso aunque no traten directamente la cuestión de la represión -hay montones de ejemplos relacionados con enfermedades, por ejemplo.

Pero me preocupa que haya otros motivos, bastante más inconfesables: ¿sigue habiendo una parte de nuestro psiquismo que se niega a aceptar que una mujer que ama a otra tenga derecho a vivir? Falta normalidad en todos los sentidos. Y quien esté libre de culpa... Que proliferen, pues, los relatos.

jueves, 8 de abril de 2010

How I learned to drive

"Before You Drive.
Always check under your car for obstructions -broken bottles, fallen tree branches, and the bodies of small children. Each year hundreds of children are crushed beneath the wheels of unwary drivers in their own driveways. Children depend on you to watch them".


(Paula Vogel, How I learned to drive)


Increíble este texto de Paula Vogel. Lo único que me ha dado lástima es que al llegar a él desde un libro sobre dramaturgas norteamericanas donde se analizaban las obras, ya sabía lo que iba a pasar. Si no, la sorpresa final debe de ser mayúscula.

Y es muy duro, al mismo tiempo. Me imagino que verla representada tiene que serlo todavía más. Me parece especialmente indicado en estos tiempos en que la nueva versión de Alicia en el país de las maravillas está a punto de ser estrenada en cine; como recordatorio de la trastienda de esa terrible historia que tantas veces nos han contado...

La recomiendo a todo el mundo y... ¿alguien la ha leído? ¿a alguien le apetece comentar?

¡Saludos!

miércoles, 7 de abril de 2010

Cine feminista: "La teta asustada" (Claudia Llosa, 2009)

La teta asustada, de Claudia Llosa, narra el proceso de autosuperación de su protagonista, peruana quechua cuya madre fue violada por un militar durante su embarazo y que le ha trasmitido a su hija ese supuesto 'síndrome de la teta asustada' (en realidad se refiere al temor a ser violada). La película transcurre en los días siguientes a la muerte de la madre, y nos presenta el periplo de la chica por superar su miedo.

Tengo que decir antes de nada que, debido a un fallo técnico, tuvimos que ver la película sin subtítulos, lo que impidió que nos enteráramos de toda la parte que tiene lugar en quechua. A lo mejor eso explica, en parte, que la película me aburriera mortalmente. Creo que debe durar hora y media larga, y confieso que me costó mantener los ojos abiertos -y eso no suele sucederme. Y también tengo algunas objeciones más concretas.

Me desespera el personaje protagonista, para empezar. El tema de las violaciones de guerra y sus efectos posteriores me parece muy serio; quiero decir que eso me predisponía a favor, en principio. Pero... ¿eso obliga a construir un personaje que es pura pasividad, pura languidez, toda la película? Porque no hay ninguna actividad por su parte, ninguna iniciativa, nada que nos haga saber qué le ocurre por dentro -ni siquiera al final, cuando supuestamente el síndrome se resuelve. Todo su papel -terrible papel, en todo caso, qué duda cabe- se reduce a estar quieta, trasmitirnos su miedo a través de lo que no hace, y desmayarse de vez en cuando -y dejarse recoger y atender, posteriormente.

Además, tengo ciertas dudas sobre la presentación del universo quechua. Hay una estética muy cuidada en la película, que parece destinada a mostrarnos una cara sospechosamente hollywoodiense de toda la familia de la protagonista. No he estado nunca en Perú ni en contacto con sus pueblos, pero tengo la sensación de que, como una de las compañeras del curso comentó, la gama de colores reales debe ir más allá del verde, del azul y del marrón.

Y hasta la historia de la patata, que es el eje en torno al cual gira la trama -como símbolo del miedo, claro- y que podría haber sido muy bien aprovechada de otra manera, queda descontextualizada, no se conecta con nada real, y acaba pareciendo un detalle casi mágico -el miedo a la violación sí es real y no tiene nada de mágico.

Antes de proyectar la película vimos el corto Mi hombre, de Miguel Gutiérrez. Presenta la imagen de muchas mujeres distintas con golpes y heridas en la cara, al tiempo que nos hace escuchar la letra de Es mi hombre, de Sara Montiel -escucharla, si una no tiene un día especialmente bueno, puede convertirse en una experiencia agónica. Así que pretende crear un paralelismo entre las imágenes de la violencia y la celebración de la misma que supone la canción. Es terrible. Pero me surge la duda de si era necesario insistir tanto, por ejemplo, en la última imagen -que casi no se soporta- o en el montaje sobre el rostro de la propia Sara Montiel -¿una especie de venganza? ¿pero... quién podría sugerir una cosa así? yo no...-. Aquí siempre me surge la duda -cada vez más- de si la supuesta crítica social legitima cualquier tipo de imagen, por muy salvaje que ésta resulte; y mi estómago cada vez me trasmite con mayor claridad que la respuesta es no.

Mal comienzo de semana. Aunque puedo decir que por las noches estoy leyendo, por fin, How I learned tu drive, de Paula Vogel, y que me compensa con creces el resto de agravios. Ya comentaré.

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