sábado, 31 de enero de 2015

viernes, 30 de enero de 2015

Roald Dahl: 7 tips for writers / 7 consejos para gente que escribe



1. Ten una viva imaginación.
2. Escribe bien. Con eso me refiero a que deberías ser capaz de hacer que una escena cobre vida en la mente del lector. No todo el mundo tiene esa habilidad. Es un don y o bien lo tienes, o bien no.
3. Ten resistencia. En otras palabras, deberías ser capaz de darle a lo que estás haciendo y no rendirte nunca, hora tras hora, día tras día, semana tras semana y mes tras mes.
4. Sé perfeccionista. Significa que nunca debes sentirte satisfecha con lo que escribas hasta que no lo hayas reescrito una y otra vez, haciéndolo tan bueno como sea posible.
5. Ten una fuerte auto disciplina. Trabajas sola. Nadie te está dando trabajo. Nadie te despedirá si no apareces por el trabajo, ni te echará la bronca si empiezas a vaguear.
6. Te ayudará tener un gran sentido del humor. No es esencial si escribes para adultos, pero si escribes para niños, es vital.
7.  Ten una pizca de humildad. El escritor que piensa que su trabajo es maravilloso se está buscando problemas.


(The Wonderful Story of Henry Sugar and Six More.
La traducción es mía)

jueves, 29 de enero de 2015

Mujer guisante



Cuando las mujeres oyen esas palabras, despierta y renace en ellas un recuerdo antiquísimo. Es el recuerdo de nuestro absoluto, innegable e irrevocable parentesco con el femenino salvaje, una relación que puede haberse convertido en fantasmagórica como consecuencia del olvido, haber sido enterrada por un exceso de domesticación y proscrita por la cultura circundante, o incluso haberse vuelto ininteligible. Puede que hayamos olvidado los nombres de la Mujer Salvaje, puede que ya no contestemos cuando ella nos llama por los nuestros, pero en lo más hondo de nuestro ser la conocemos, ansiamos acercarnos a ella; sabemos que nos pertenece y que nosotras le pertenecemos.



(Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos)


Quiero ser guisante
Bucear bajo las sábanas
Y contemplar tu rostro, todos los rostros 
-y los padres muertos, y los mensajes de whatsapp, y los cuencos de sopa de pescado, y las noticias de la radio, y los anuncios de idealista, y el inconsciente colectivo y todos sus arquetipos, y el pan de pasas y nueces, y la LIJ, y Una casa y todas las casas, y el vestido nuevo de flores que todavía no he estrenado, y mi anillo de, y Lola M, y la escritura terapéutica, y la otra, todas las escrituras, y el queso de cabra, y el miedo, y las horas en la piscina, y mi mochila Kanken, y el mundo que no-
desde abajo.
Mujer guisante.
Y pronunciar:
Yo no soy mala.
Yo no soy mala.
Yo no soy mala.

miércoles, 21 de enero de 2015

Hacer la vida escribiendo...



Cotidiano no es sinónimo de anodino, ya lo sabemos…
Las baldosas de la cocina.
La anciana con andador que espera al autobús debajo de la marquesina.
La extrañeza ante el primer espejo de la mañana.
La hoja atrasada del calendario.
Las verduras que sobraron de la cena.
El calentón de aquella noche de verano.
Y ese adolescente que tamborileaba con sus dedos sobre el cristal de la ventanilla del tren…

Nos hemos dado cuenta, poco a poco, de que los días están llenos de detalles que siempre habían parecido insignificantes y que ahora percibimos llenos de vida, cargados de interés.

Repletos de historias.


Este invierno Helvéticas llega a su 20ª edición. 
Esta semana arrancamos, de aniversario, con nuevas ediciones on line de nuestros clásicos de escritura Escribo, luego soy (ficción autobiográfica), Al otro lado del espejo (de la autoficcion a la ficción) y La Caja de herramientas (escritura creativa).
Y al mes que viene, con la versión presencial, en Madrid, del Escribo, luego soy.

Estamos de aniversario y queremos celebrarlo. ¿Cómo?

Pues ESCRIBIENDO.
Porque siempre hay que seguir escribiendo...

Y además, estrenamos grupo nuevo en fb: Mujeres que escriben.
Cada vez somos más y más... la comunidad de mujeres que escriben.

martes, 20 de enero de 2015

Blue Days



Olmo de Siberia 
(en el Parque del Canal)

lunes, 5 de enero de 2015

Visto en 2014


Intáctil

Nuestra ciudad

ElMuro

Señor Badanas

La boba para otros y discreta para sí

Nidos

Otro mundo es posible

Malas palabras

El cielo de Jojó

Una niña

Aparato

Larry

Little Lambs (Corderos)

Nosotras, que nos amamos tanto

El arte de la entrevista

La parada de los mendicantes

G.S.

Intimidad

Constelazión

Pinocho

Mis dedos cuentan los días que pasan

Sangre carbón

Nudus

Manolo

Spoonface

Le toit découpé

Atlas

M.U.R.S.

Vells Temps

Sun

Tauberbach

Petit Pierre

Con la claridad aumenta el frío

Carne viva

Pinocho

El principio de Arquímedes

Lunes abierto

Maruja enamorada

Una parte de este mundo

El zoo de cristal

Retahíla

La casa de Bernarda Alba

Una merienda de locos

Fisuras


Mi top6: Malas palabras, Una niña, Spoonface, Vells Temps, Tauberbach y Maruja enamorada... Gijón, Madrid, Barcelona, Buenos Aires. 
Un buen año.

sábado, 3 de enero de 2015

viernes, 2 de enero de 2015

Cómo empecé a usar seda dental




-¿Usas seda dental? -Me preguntó mi dentista.

Era el 28 de diciembre de 2012. Y no, yo no usaba seda dental.
Por aquel entonces atravesaba la ciudad una media de cuatro ó seis veces por semana, la mayoría de ellas casi de madrugada. Me dejaba envenenar con café. Adelgazaba. Me hormigueaban las manos y me sentía enferma. Descubrí las sopas chinas, por entonces. Y dejé de vivir en casa. Guardaba flores de plástico en botes de lápices. Escribía a mano, escritura-vómito, pero renunciaba a construir un personaje: todo me salía de dentro.
Mi dentista tiene barba y asintió, comprensivo.

-Qué pena... La seda es muy buena.

Le dije que me daba cosa. Grima. Dentera. Que nunca me había introducido nada entre los dientes.
Que tenía frío y sentía un pájaro azul atravesado en mi garganta. Me fumaba un cigarrillo y me mareaba. Me dejaba caer aunque sabía que lo que en realidad quería era tocar.
Estaba aprendiendo a preparar sopas de sobre para la fiebre y la tos, pero todavía me salían muy sosas.
Estaba escribiendo una tragedia; y pensaba que formaría parte de una Trilogía del Dolor.
Era Navidad y fregaba el suelo con amoníaco aunque no había ventanas.

-La seda es un seguro de vida. -Dijo mi dentista, suave y calmado como (imagino) hablan todos los dentistas-. Un seguro de vida para los dientes.

A menudo sentía una fuerza descomunal. Tiraba de mí hacia abajo, hacia un lugar en el que yo no había estado nunca. Un lugar un poco terrible, pero necesario al mismo tiempo.
Escribía y todo lo que escribía eran como arañazos contra las paredes.

-Sobre todo con unos dientes como los tuyos. Tan juntos, tan bien colocados.

Tenía resaca, aquel 28 de diciembre. Me cepillé y me enjuagué bien antes de ir a la consulta, después de comer. La noche anterior había bebido mucho patxarán. Y me había dejado cortar el pelo por una amiga que había bebido mucho whisky.
Después me fui a París. De algún modo sustituí las sopas chinas por las sopas de cebolla. De algún modo terminé la tragedia. También robé una taza de té de una crepería. Vi cómo un galgo asustado recorría las vías del metro. Leí tres veces seguidas Las criadas y asistí a un preestreno de El malentendido de Camus. Me fui a la montaña y volví. Fotografié los quesos y las aves de la Rue de Montorgueil. Fui hispter por unos meses. Empecé Leonor y me reencontré en Montparnasse. Recordé París, todos los miércoles puntualmente, mientras viajaba en metro para ir a clase. Viajé al Norte y escribí un cuento. Empecé a escribir una lavandería. Hice tatin de manzana. Viajé a Lisboa, y a Nueva York, y a Berlín. Perdí a una maestra. Publiqué dos obras de teatro y escribí otra más. Y otra. Me aficioné a las nanas. Alargué la mano y me encontré en Bilbao. Tuve mucho miedo. Pero seguí alargando la mano. Indagué en lo terrible. Conocí a la niña. Hice arqueología, mucha. Y también mi primer caldo. Después conocí a los vencejos y fui a escribir a Barcelona. Fui tía. Me picó una medusa, leí a Natalie Goldberg. Me comprometí. Conocí Buenos Aires. En noviembre viajamos a Gredos y compramos roscón de Reyes. Empecé a usar seda dental todas las noches.
Y no he dejado de hacerlo, desde entonces.

-Sigue así. -Me dijo el martes mi dentista-. Sigue así...



(Imagen de Taschen)

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