sábado, 27 de noviembre de 2010

Y pequeño homenaje a Sally Draper



Ese pequeño gran personaje que (auguro) va a dar tanto juego. Sally es el futuro y la queremos. Y apuesto a que ha nacido en noviembre*.


(*Como despedida poética de este mes, hace unos días comencé a leer el primer capítulo de mi último feliz descubrimiento, Érase una vez Manhattan, de Mary Cantwell, donde, para mi sorpresa, cita: "'Fue un verano extraño, bochornoso, el verano que electrocutaron a los Rosemberg...' Con estas palabras inició Sylvia Plath La campana de cristal y de este modo quiero comenzar este libro, porque así es también como recuerdo mi primer verano en Nueva York")

Betty Draper y la lavadora

Courtesy Moving Space Productions - moving truck rental

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi grito

Quiero gritar.

Es curioso. La vida parece llena de razones para hacerlo y ahora mismo, si presto atención, encuentro una casi en cada centímetro de mi cuerpo. Cosas buenas y cosas malas (lo peor, decían, sería morir de indiferencia).

La duda acerca de una insalvable incapacidad para la acción. La falta de talento. La (siempre temida) mediocridad. La desubicación. El fantasma de la no pertenencia. La inadecuación. El miedo al ridículo. El temor a fallar, a equivocarme, a hacer daño equivocándome. A caer y no poder levantarme. A arrastrar a otras/os en mi caída. El terror a perder el control; a no ser lo bastante buena, y a sí serlo, por tanto. El miedo a la separación. A la soledad. A crecer. A dejar de ser. A la muerte. A la enfermedad. A los otros. A las otras. A los puntos y a las comas. A los espacios. A no poder terminar lo que empiezo; y también a no permitirme dejar lo que no me apetece terminar. Miedo del tiempo, de la prisa. La búsqueda del silencio, de los sabores y de los colores. La sospecha desesperanzada de que mi imaginación deje un día de parecerse a una esponja natural, que es lo que ahora me parece. La velocidad, el ritmo de ahí afuera. Y el de dentro. Las palpitaciones, la respiración entrecortada; la ansiedad. El miedo al propio cuerpo y al ajeno. El miedo al miedo. El deseo de llorar y no poder. O la incapacidad de parar. Las dudas porque... ¿qué hacer? El orden y el desorden. Las adicciones legales. El querer permanecer bajo las gradas oscuras de aquella aula de teatro; el temor a verme expulsada. La violencia de la gente en el metro, cuando te golpeas con ella accidentalmente. Los sonidos silbantes, en mitad de la noche, de labios ajenos, no pedidos ni deseados. El espacio innecesariamente ocupado, de lado a lado de la acera, por quienes (creen que) lo poseen. La complacencia. La necesidad de predicar -¿predicar qué? Las tesis y la falta de ellas. Dejar de ver. Y no conseguir dejar de hacerlo en ningún instante. Quién soy. Por qué lo soy y para quién. Y la fuerza. Ese grito que nace de dentro y brama por todo ello.

Algo malo le sucede a la sociedad, o a quienes en ella viven, cuando una se da cuenta de que no puede gritar. No existen espacios, ni tiempos, en nuestra vida para ello. Aprendí lo que es golpear, con fuerza, hace tiempo; también esa posibilidad nos ha sido arrebatada.

¿Y los gritos? ¿Y el grito? Está ahí dentro. Lo sé. Pero no consigo hacerlo salir. Sólo un sonido gutural, que me daña la garganta. Sal, sal, le digo. Quizás he equivocado la estrategia y lo que deba hacer es mimarlo hasta convencerle y hacerle ver que tiene que dejarse ver de vez en cuando. Sal, sal... te estoy esperando. Sal, sal...

domingo, 21 de noviembre de 2010

Non podo esquecer que choro (bágoas de cores)*


"Ninguén
me prohibirá nunca
estar soa"**


(Lupe Gómez, Os teus dedos na miña braga con regra, 1999)

A veces una guarda lágrimas, durante toda la semana, pero necesita estar sentada en la oscuridad de un teatro para poder derramarlas. No todas esas lágrimas son negras. Algunas son blancas, como la nieve, y nacen en mitad de la semana, de la sangre demasiado dulce de mi gata, también blanca. A veces nacen de un botón roto, y son lágrimas rojas que no fluyen por las mejillas, sino mucho más abajo. Y a veces son lágrimas que se salen del pecho, tan lleno como está de cosas bonitas, y de alegría, que ya no caben dentro.

Ocurrió durante la representación del viernes, de Santa Perpetua, el último montaje de Laila Ripoll, en Cuarta Pared. Salí tan purificada que, un poco más m.a.l.a. y masticando palabras bellas, me fui a recitar poesía galega a la Eskalera Karakola. Qué preciosidad.

Después vendrían Blancanieves, y el final de Antígona, y los cumpleaños, pero de eso prefiero hablar otro día, que es domingo y estoy cansada. Buena semana.

Leed las palabras, repetidlas en su lengua aunque no las comprendáis; ¿verdad que saben a algo?

"Non podo esquecer que sangro,
e non só é tinta ese fío
que ule e sala líquido vivo.

A boca rastrexa o vidro,
toda beleza obrigada.
No cuarto propio, refuxio
da morte social que nos adicou
á literatura dos diarios todos,
a guerrilla nace do corazón
mellor debuxado no caderno da memoria"***


(Mancha, de la dulce Ana Cibeira)


*No puedo olvidar que lloro (lágrimas de colores)
*"Nadie/me prohibirá nunca/estar sola".
**"No puedo olvidar que sangro,/y no sólo es tinta ese hilo/que huele y sangra líquido vivo./La boca rastrea el vidrio,/toda belleza obligada./En el cuarto propio, refugio/de la muerte social que nos dedicó/a la literatura de todos los diarios,/la guerrilla nace del corazón/mejor dibujado en el cuaderno de la memoria".

jueves, 18 de noviembre de 2010

Allí estaremos




* Todavía con el programa por confirmar, pero con montones de ideas, palabras, fuerza...

jueves, 11 de noviembre de 2010

"Paz en el mundo y bonitos vestidos"


"Paz en el mundo y bonitos vestidos", dijo Astrid Lindgren cuando le pidieron que formulara un deseo por su último cumpleaños. Lo dijo después de haber escrito Pippi Calzaslargas, Los niños de Bullerbyn, Miguel el Travieso, Superdetective Blomkvist... Lo dijo después de habernos hecho a todas un poco más felices y un poco más fuertes*.

E inmersa en este mágico y dulce mes de noviembre, éste se convierte también en mi deseo para el próximo año: paz en el mundo y bonitos vestidos...



(*Astrid Lindgren y su Pippi fueron nuestras elegidas para la sesión cumpleañera del grupo de lectura:

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