lunes, 29 de junio de 2009

Dubai y sus sujetos subalternos

¿Alguien vió ayer el reportaje de Callejeros Viajeros de Cuatro sobre Dubai? Yo sí. Lo vi, y sentí escalofríos. Nunca había visto este programa, que sigue la tónica de Madrileños y Españoles por el mundo, respectivamente de Telemadrid y TVE 1 (por cierto, ¿alguien podría explicarles a estos canales que las mujeres también viajamos y residimos en otros países? Aunque reconozco que, por una de esas curiosidades sexistas del lenguaje, la expresión 'callejeras viajeras' no suena muy bien).

Tal y como uno de los últimos entrevistados reconocía, en mitad de una fiesta y con bastante alcohol, aparentemente, circulando por sus venas, Dubai es una máscara. Es un lugar ficticio, hecho para el disfrute de unos pocos y unas pocas, mientras que el 80% (¡el 80%!) de la población (obreros pakistaníes, en su mayor parte), que es justamente la que ha hecho posible que la ciudad se convierta en lo que es -en lo que parece ser-, permanezca muy por debajo de los niveles de la pobreza, con sueldos de menos de 200 € mensuales, y viviendo en pisos-barracones donde el hacinamiento es el estilo de vida generalizado.

Mientras, el 20% restante, entre los que se encontraban las españolas y los españoles que Cuatro entrevistaba, o sea, los callejeros viajeros, disfrutaban -salvo escasas, muy escasas excepciones- de sus inverosímiles mansiones, piscinas, criadas filipinas, coches de combustible cuasi gratuito, hoteles aún más inverosímiles... y un largo etcétera de cosas por el estilo.

¿Cuál es la realidad de los Emiratos Árabes? ¿Libertad económica a cambio de Derechos Humanos? ¿Playas privadas de aguas cristalinas vs. pobreza extrema? ¿Gasolina gratis o mujeres veladas de negro (de la cabeza a los pies, en muchos casos)?

Sé que debo huir de las generalizaciones fáciles. Sé que lo que vi ayer sólo es la visión que el programa de Cuatro filtró a través de su cámara. Pero, aún así, hubo imágenes que dejaban poco lugar a dudas. Y, si nos atenemos al democrático criterio de las mayorías cuantitativas, la realidad de Dubai es, prioritariamente, la del 80% de su población desplazada.

Desplazada, ¿a dónde? Ayer por la tarde, curiosamente, leía sobre el feminismo postcolonial de una autora india llamada Gayatri Chakravorty Spivak, que habla de algo así como los sujetos subalternos. Es decir, aquellos que quedan desplazados a los márgenes, a la periferia, y que, en virtud de su precariedad, ni siquiera cuentan como sujetos, en términos de Judith Butler, que, en Vida precaria, una de sus últimas obras, se lamenta de cómo estas vidas no cuentan como vidas (y, por eso, la pérdida de las mismas, no genera siquiera derecho al duelo legítimo).

Por eso, imagino, Dubai puede ser concebido como una máscara, un señuelo. Aunque en realidad, muy en el fondo de nuestras conciencias, sepamos que la Dubai real es la de los millones de seres humanos que mantienen la ficción en pie; sin ellos y ellas, la gasolina no sería gratis (porque su valor habría sido redistribuido) y los restaurantes de los hoteles no tendrían vistas al fondo del océano.

Yo tenía un amigo que se lamentaba del complejo de culpa del llamado Occidente, según él, injustificado, ante cosas como esta. Quizás sea más saludable encogerse de hombros, ampararse tras el parapeto de la diversidad cultural y disfrutar de la vida. Si puedes.

lunes, 22 de junio de 2009

Mundos de Mujeres 2011

La próxima edición del Congreso internacional e interdisciplinar Mundos de Mujeres se celebrará en Ottawa-Gatineau, en Canadá, en julio de 2011.

Para quien no lo recuerde, la edición de 2008 de Mundos de Mujeres tuvo lugar en Madrid, en la Universidad Complutense. Yo tuve la suerte de asistir y de disfrutar de muchos de los debates, conferencias y actividades culturales que se organizaron durante sus seis días de duración.

Os dejo el enlace a la plataforma digital donde irán apareciendo las novedades sobre la edición de Canadá, las informaciones sobre la forma de participar y otras cosas relevantes relacionadas con el evento.

Yo no creo que pueda ir en 2011, pero a lo mejor a alguien le apetece y puede:

http://www.mundosdemujeres.ca/

¡Saludos!

miércoles, 17 de junio de 2009

Vagina


"'Vagina'. Ya está, lo he dicho. 'Vagina'... he vuelto a decirlo" (Ensler, E., Monólogos de la vagina, Barcelona, Emecé, 2000 [1996], p. 19).

Así, más o menos con esa palabra, da comienzo Eve Ensler a su obra Monólogos de la vagina, que tuve ocasión de ver representada en inglés, el año pasado, en Mundos de Mujeres, que después he leído traducida varias veces, y que ayer me dio pie a organizar e impartir mi propio taller. El tema: pues ese, la vagina.

Los objetivos de Ensler, y los míos propios, son poner de manifiesto una de esas características del lenguaje que llevo tanto tiempo repitiendo: la de su poder performativo. Si no nombramos las cosas es como si estas no existieran. No nombrar la vagina equivale a invisibilizar la sexualidad y el placer de las mujeres. Y, con ello, a reforzar los mitos, el secretismo, la vergüenza, el miedo, la culpa, el asco.

Así que Ensler propone que nos digamos la palabra, varias veces a lo largo del día. Hasta que lleguemos a acostumbrarnos a su significado y ya no nos produzca nunca más miedo, vergüenza o culpa.

En realidad, no es una invención de los Monólogos. Aunque haya que investigar un poco, el arte y la cultura cuentan con otros ejemplos anteriores. Estoy pensando en Judy Chicago, con The Dinner Party (1974-79), y también con Red Flag (1971), donde utiliza la menstruación (en concreto, la imagen de un tampón) como motivo artístico. Estoy pensando en Carol Schneemann y en sus performances. Y estoy pensando en Georgia O'Keeffe, probablemente precursora, y que a comienzos del siglo XX escandalizó con sus flores-vulvas (he incluido un ejemplo más arriba).

La vagina, el cuerpo, lejos de ser algo que produzca temor, puede ser reconcebido como lugar de empoderamiento para las mujeres. De ese modo, dice Ensler, "la vergüenza desaparece y las violaciones cesan porque las vaginas son visibles y reales, y están conectadas con mujeres poderosas, sabias, que hablan de sus vaginas" (Ibíd., pp. 23-24).

Hablando de la vagina, me ronda un motivo de preocupación: ¿cómo evitar caer en forma alguna de esencialismo sobre el cuerpo de las mujeres, sobre la vivencia de su sexualidad? ¿Cómo evitar las exclusiones que genera todo esencialismo? ¿Se puede reivindicar la vagina sin caer en un reduccionismo estéril para las propias mujeres?

Ayer una de mis alumnas me comentaba que quizás hablar prioritariamente de la vagina sea un efecto patriarcal más. Quizás la vagina no constituye el lugar prioritario de la sexualidad femenina, sino sólo un reflejo del placer masculino... Ensler dice que, en realidad, habla de la vagina porque no hemos inventado una palabra más amplia: ¿vulva, quizás? Hemos de reconocer que su uso no está muy extendido. Pero tal vez sí existan muchas otras palabras que reivindicar.

A vueltas con el esencialismo, tal vez lo mejor sea no buscar 'lugares ni palabras prioritarias'. Tal vez, la propuesta venga del respeto a la pluralidad de palabras, de voces, de deseos, de cuerpos, de vaginas... me imagino que todo ello podría dar lugar a algo así como diálogos de vaginas.

¿Divago demasiado? Me refiero a que es a través de ese diálogo hipotético, sobre sexualidad, sobre poder, sobre placer... como surgen las condiciones reales del empoderamiento femenino (o del tipo que sea). Respetando los diversos deseos, las diferencias... No empeñándonos en sustituir unos dogmas por otros nuevos. La mejor receta para no caer en idealismos es mantener los ojos y los oídos bien abiertos. Como cuando Judy Chicago habla de la menstruación en Red Flag, y en lugar de negar lo que es la menstruación (imagen: blancura; eslogan: '¿a qué huelen las cosas que no huelen?'), lo hace mostrándonos un tampón lleno de sangre (sí, la regla tiene color, y también olor).

Pero será por lo que sea, que adivino un buen comienzo en la propuesta de Ensler. Ella realizó más de doscientas entrevistas antes de ponerse a escribir los monólogos; en ellas, les pidió a las mujeres que le hablaran de sus vaginas. Por lo visto, las mujeres se mostraban cohibidas al principio, "pero una vez que se animaban, ya no había manera de pararlas" (Ibíd., p. 28). Será por eso. Por el poder que confiere el uso de la palabra; porque, como dice Eve Ensler, "la palabra nos mueve y nos libera" (Ibíd., p. 24).

Será por eso. Por eso: VAGINA.

lunes, 15 de junio de 2009

Nosotras decidimos

Aquí dejo el enlace de una plataforma digital sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, con toda la actualidad social, política, jurídica, etc. sobre la cuestión:

http://nosotrasdecidimos.org/

Contiene un manifiesto a favor de la reforma legal, que pueden firmar particulares y asociaciones.

martes, 9 de junio de 2009

Performativity, Precarity, and Sexual Politics

Ayer por la tarde asistí a la conferencia de Judith Butler, en la Complutense. Estoy tan impresionada. No sólo porque poder oír a Butler en directo, después de haberla leído y estudiado, sea como aproximarse a una especie de mito. Supongo que Butler no estaría de acuerdo con esto, pero sí, su figura empieza a ser mítica dentro de la teoría feminista contemporánea; central, en cualquier caso. Así lo testificaron las muchas personas que se reunieron en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias de la Información, desde más de una hora antes de que la conferencia comenzara. Por cierto, mujeres mayoritariamente, pero también hombres (me imagino que como resultado de las implicaciones y relaciones de las teorías de Butler con el movimiento LGTB).

Además, desde mi punto de vista, Butler no decepcionó. Era algo que podía haber sucedido, pero su discurso, creo, estuvo muy a la altura de (por lo menos mis) expectativas.

¿De que habló? Pues de performatividad y precariedad, sobre todo. Tengo la sensación de que todo el mundo le pregunta siempre por la performatividad, quizás lo más llamativo de su teoría, y ella ayer aclaró que este concepto se encontraba más presente en sus obras de los 90. Ahora sus últimos textos hablan más sobre precariedad.

Para quien no haya leído a Butler, la performatividad se refiere a una característica del poder, que, así entendido, tiene la capacidad de crear sujetos. Gracias al poder sabemos qué cuenta como sujeto legible y qué no. El poder define quién cuenta como sujeto, qué cuenta como una vida (qué vidas, qué pérdidas son llorables, susceptibles de duelo). Y cuáles son los cuerpos que quedan excluidos; ahí es donde surge el concepto de precariedad. También, en la posibilidad que esos cuerpos, esas poblaciones precarias, tienen de subvertir el poder, de crear alianzas gracias a esa misma reproducción del poder, y cambiar las normas.

La reproducción o repetición de la norma, necesaria para la supervivencia de esta, es paródica, aunque ayer Butler no habló de parodia. Así, las identidades de género, por ejemplo, se construyen paródicamente, por medio de la repetición de la norma de género que dice qué es ser mujer y qué es ser hombre. Qué cuenta como sujeto femenino, qué cuenta como sujeto masculino. Es parodia, porque, en realidad, estas repeticiones son eso: meras repeticiones de la norma, que no reproducen ningún ideal; el original es una ilusión, no existe. Sólo existen las repeticiones, la parodia, y, con ello, eso sí, la posibilidad de subvertir la norma, de variar, de deconstruir los géneros.

La preocupación de Butler, ahora mismo, tal y como ella lo expresó ayer y por lo que he leído en sus últimas obras, se centra en las políticas que resultan de esa precariedad: ¿cómo hacer que la población sin voz tenga voz? Lo cual demuestra que su pensamiento evoluciona, que está vivo y que ha dado algunos pasos con respecto a sus desarrollos teóricos de los años 90.

Durante la ronda de preguntas posterior a la conferencia, se le interrogó en varias ocasiones por la cuestión de la diferencia sexual. Hace algún tiempo una amiga me comentaba que, por desgracia, en España seguimos ancladas en el problema de la diferencia sexual. No sé si la expresión es exactamente "por desgracia" o si, en cierto sentido, se trata de algo inevitable; la mayor parte de los debates a los que asisto todavía reproducen, en algún nivel, la vieja polémica entre igualdad y diferencia. La cuestión, como comentó Butler ayer, es que no podemos separar la pregunta por la diferencia sexual de los significados semánticos que le atribuimos, en cuanto empezamos a hablar de ella. Esa es nuestra paradoja; no somos el punto de vista del ojo de Dios, como teóricas feministas contemporáneas no podemos librarnos de nuestras mediaciones, proyecciones e interpretaciones.

En definitiva, fueron dos horas muy intensas. Le agradezco especialmente a Butler la capacidad para relacionar sus conceptos más teóricos con la cuestión de la ciudadanía (de cómo se construye esta). Y, como siempre, su rigor, su inteligencia, su agudeza y su valentía (no es muy habitual oír hablar del deseo de penetrar/ser penetrada en una conferencia universitaria).

También le doy las gracias al Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid por darnos la oportunidad de acercarnos un poco más a una Butler tan viva, tan polémica y tan necesaria.

miércoles, 3 de junio de 2009

La nueva ley del aborto II

Imagina que tienes 16 años, imagina que vives en un pueblo de Andalucía, o de Galicia, o de Castilla-La Mancha... Imagina que te gustó aquel chico... o no, que sólo quisiste pasar un buen rato. Imagina que te emborrachaste... o no, estabas sobria. Imagina que fue con tu novio... o con el novio de tu mejor amiga.

Ahora estás embarazada. No importa qué hicieras, cómo lo hicieras o por qué. Mereciera la pena o no, lo hiciste. Ahora estás embarazada. Pero sólo tienes 16 años; ¡16 años!

Piensas que si se lo dices a tu madre le vas a dar el disgusto de su vida. Sabes que si se lo dices a tu padre te va a echar la bronca de la tuya. En tu cabeza resuenan las palabras "sólo eres una niña". ¿Y la gente? La gente se enterará enseguida, y empezarán los rumores, te volverán loca...

A los 16 años no se puede estar embarazada. O sí. Resulta que sí.

A los 16 años no se puede echar un polvo. Pues sí. Resulta que sí.

¿Y ahora? ¿Qué haces? Le das vueltas, y más vueltas. Fuiste al médico, a uno desconocido, en el pueblo de al lado. Te explicó tus opciones y aunque en aquel momento sus palabras no eran más que sonidos huecos que golpeaban contra las paredes de tu cabeza, sabes que si no tomas una decisión lo antes posible perderás toda oportunidad de decidir nada.

¿Qué quieres? ¿Qué esperas? ¿Al próximo finde, cuando salgas y vuelvas a divertirte y puedas olvidarte de todo este lío? ¿Al verano, cuando puedas escaparte a la playa? ¿Esperas a que se produzca un milagro y todo esto desaparezca? Esperas a tener 18, y acabar el instituto; quieres ir a la universidad, irte a vivir fuera del pueblo; entonces serás mayor, podrás tomar una decisión más fácilmente.

Sólo que no puedes esperar tanto. ¿Dónde estarás dentro de dos años?

Ahora tienes 16 y echaste un polvo. Y estás embarazada. Dentro de dos años quieres marcharte del pueblo, matricularte en la universidad, trabajar...

Tienes 16 y estás embarazada. Aunque tu madre te diga que no, aunque tu padre no te mire a la cara... Tienes 16 y estás embarazada.

martes, 2 de junio de 2009

La nueva ley del aborto I

Para quienes se muestran escépticos/as sobre la salida adelante de la nueva ley de interrupción voluntaria del embarazo:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/izquierda/rechaza/exija/permiso/paterno/abortar/elpepusoc/20090602elpepisoc_4/Tes


Algunas estamos más que hartas de las medias tintas y de la legislación que no protege a las únicas personas a quienes se supone que debe proteger: las mujeres (incluidas, claro, las de menos de 18 años).

¡Saludos!

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