jueves, 30 de diciembre de 2010

GUF: Acción 02/2010


Voy caminando por la calle. Es Navidad. Me encanta la Navidad. Soy completamente partidaria de las navidades profanas y del atracón de lucecitas de colores, pavo y chocolatinas que estas fechas sugieren anualmente. Y me encanta aprovechar cualquier oportunidad, por pequeña que sea, para regalar y ser regalada.

A lo que iba. Voy por la calle. Una calle cualquiera de mi barrio. Hace frío porque es diciembre. El sol luce, radiante, sin embargo. Yo (y mi trabajada cultura navideña) preferiríamos que nevara, pero de cualquier forma el sol nos vale -yo escribí una poesía, en prosa poética, cuando era pequeña, titulada El sol del invierno (tal vez mi único texto poético de cierto nivel). El anuncio del oso de Coca-Cola me saluda desde la marquesina del autobús, y disculpo que sea de Coca-Cola porque me encanta el diseño del oso y pagaría por tenerlo, en modelo gigante, en mi propia habitación y poder achucharlo. Me gusta el aspecto de esos roscones en el escaparate de la panadería. Y las bombillas de colores, ahora apagadas, en el jardín de enfrente. Hasta disculpo a ese niño que acaba de salpicarme al pasar por mi lado con su patín. Miro hacia arriba pensando en el sol del invierno y en que quizás debí estrenar las nuevas gafas de sol vintage que me trajo Papá Nöel.

Y de pronto lo veo. Los veo. Segundo y cuarto piso. Ocupando toda la fachada de las correspondientes ventanas. Rojos oscuros, granates. Seguramente pertenecientes a algunas de esas simpáticas y transgresoras familias que pueblan estas calles; familias llenas de niñas y niños como el que me ha salpicado el abrigo. Llevan ahí, seguramente, varias navidades; más o menos desde que lasmanifestacionesdelafamilia se pusieron de moda y esasfamilias, en un arranque de solidaridad identitaria y desprendimiento de espíritu, sintieron la necesidad de diferenciar su navidad de la del resto.

Pero quizás sea por la concentración espacial de ambas pañoletas, que esta vez decido que es momento de pasar a la acción. Es entonces cuando la GUF, con movimientos rápidos y estratégicamente calculados -en los escasos segundos que transcurren entre perder de vista al quiosquero y pasar por delante de la farmacia-, extrae su pistola lanzapintura del bolso y dispara un par de veces, rápidas y certeras, contra las pañoletas y sus respectivas ventanas.

Pintura verde. Ahora es más navideño; verde y granate. Al grito de: ¡¡Jojojo, Feliz Navidad!!


(* Soy consciente de que el título de esta entrada puede inducir a pensar que la GUF ha estado pasiva durante todo el año. No ha sido así; su actividad es cada vez mayor. Lo que ocurre es que no todas las acciones son igual de visuales)
(** Esta entrada está dedicada a Elisa)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Clown



Yo tenía una nariz de payaso. Era perfecta; de goma, roja, redonda. Se encajaba en la nariz sin necesidad de cuerdas y no se caía.

¿Dónde está mi nariz de payaso?

¡Quiero mi nariz de payaso!

sábado, 18 de diciembre de 2010

Sucias y pesadas (bailarinas)

Investigando sobre Teatro Gestual y danza contemporánea.

Pensando en las bailarinas de ballet y en los cuerpos de las bailarinas de ballet, que no pesaban ni tenían color ni olor ni sabor ni dolor ni rasgo distintivo alguno que los diferenciase entre sí.

Pensando en hombres con tutú y en bailarinas sucias y pesadas. Sucias y pesadas. Pensando en los hilos que tiran de los cuerpos y en el dolor de estos cuerpos.

Pensando en Isadora Duncan, y en Marta Graham. En Mary Wigman. Y en Pina Bausch, que murió hace año y medio.

Sucias y pesadas. Bailarinas. Sucias y pesadas.



martes, 14 de diciembre de 2010

Ana María Matute y las nenas pintoras

Los bellos dibujos infantiles de Ana María Matute; infantiles, porque los hizo cuando era pequeña. Según parece, su madre los guardó y se los regaló cuando ella ya era adulta. Están llenos de nenas pintoras, y escritoras... Ana María Matute supo crearse -y crearnos- un mundo a su medida.

Me encanta.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Na rúa

Ayer me llegó esta muestra de activismo creativo por el 25 de noviembre, de Galicia: http://hastalalimusinasiempre.blogspot.com/2010/11/las-primas-galegas-y-nada-que-celebrar.html

Yo también estoy en la calle... a pesar de todo (o de casi todos).

Y no hay nada que celebrar. Por eso, precisamente.

Por la batalla diaria, en cada rincón y en cada superficie cotidiana, con propios y ajenos, con propias y ajenas. Por lo que cuesta explicar. Por las ganas de tirar la toalla. Y porque sabes que no puedes hacerlo, porque te va la vida en ello. Porque no haya agresión, por pequeña que sea, sin reacción o reparación de algún tipo (el que haga falta).

Por cada gesto, cada palabra, cada lágrima. Cada grito.

Estou farta... estamos fartas.
Pero no voy (no vamos) a cesar en nuestros gritos.*


(* Gracias, Maitena)











"Que nadie me considere insignificante, ni débil, ni indolente, sino de modales muy distintos" (Eurípides, Medea, 805)

lunes, 6 de diciembre de 2010

Soy lenta (y me gusta el queso)

Estoy perfeccionando una teoría acerca de tipos de personas. En realidad tengo varias:

Teoría 1- El mundo se divide entre aquellas personas a las que les gusta el pan y aquéllas a las que no.

Teoría 2- El mundo se divide entre aquellas personas a las que les gusta el queso y aquéllas a las que no.

Puede que el pan y el queso parezcan algo superficial, pero en realidad no lo son: por ejemplo, para alguien que, como yo, pertenece al segundo tipo en los dos casos, resulta muy fastidioso tener que renunciar al queso cuando se piden raciones con intención de colectivizarlas; y también es triste la autorrepresión con el pan, cuando la persona que tienes enfrente pertenece al primer tipo y tú intuyes que te mira preguntándose cuál será exactamente tu límite (la respuesta es: "todavía no lo he descubierto, pero si tú no me miraras así me pondría a ello en este momento"). Naturalmente, hay gradaciones... la verdad es que tengo que confesar que tiendo a desconfiar de cualquiera que me diga que no le gusta el queso...

Pero no iba a hablar de eso. Mi nueva teoría versa sobre el gran tema de la lentitud. La cuestión es:

Teoría 3- El mundo se divide entre personas lentas y personas rápidas.

No quiero decir que no existan términos medios, pero como toda buena teoría debe jugar a obviarlos en su formulación.

El caso es que hay gente rápida y gente lenta. En mi familia, por ejemplo, hay una rama claramente lenta (fundamentalmente la vía paterna) y una rama claramente rápida (la materna). Después de haber sido una intuición durante años, hemos de reconocer que es así. Y, ¿dónde me posiciono yo?

Pues yo soy lenta. Lo soy. Me pasé años argumentando que no lo era, cuando se me acusaba de tardar miles de años en llegar a la Facultad. Me he acostumbrado a tardar lo que según parece es una eternidad en pillar los chistes. La gente se desespera yendo conmigo de compras. Y tengo que dar la razón en lo de la tendencia al ensimismamiento (me quedo 'colgada' con increíble facilidad).

Soy lenta. Y no me importa. Lo asumo. Es más, estoy dispuesta a enarbolar la bandera de la lentitud y a hacer apología de la misma como nueva forma de vida. Sé que no estoy sola; es sólo que a veces Madrid parece la ciudad sin límites. Pero existe toda una nueva filosofía del slow movement y las slow cities. Es sólo que nací en el sitio equivocado.

El corolario de mi teoría es que la prisa mata. Así que las personas lentas (quizás) vivamos más tiempo. Y seremos más felices. La prisa me ha matado durante mucho tiempo y ahora mismo me siento como una especie de toxicómana tratando de abandonar viejos vicios: para alguien lento la combinación de la ingesta de prisa con la obsesión por el control y el perfeccionismo extremo resulta muy peligrosa. Así que me estoy quitando.

Soy lenta. Y me comprometo públicamente a respetar y a fomentar la lentitud en todos los ámbitos de mi vida. Al hacerlo, estaré haciéndole un favor a mi entorno (y no me preocuparán los ojos en blanco o los terribles gestos con el dedo corazón). La carretera será mía a 100 por hora. Soy lenta y además me gusta serlo.

Aforismo: No deberíamos confundir la velocidad con el tocino, pero quizás sí la lentitud con el queso.


sábado, 4 de diciembre de 2010

Teatro en plastilina

Un interesante descubrimiento de esta última semana: Aquiles y la Guerra de Troya en animación con plastilina. La verdadera historia. De Barry Purves. Impresionantes los juegos de máscaras y la teatralidad de la narración, todo muy griego. Lástima que no esté subtitulado.



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