sábado, 27 de octubre de 2012

Noviembre empieza el 27 de octubre


Cumpleaños de Sylvia Plath




(Imagen de mymicatforever.com)

viernes, 26 de octubre de 2012

Mi teoría de los cumpleaños

A medida que noviembre se acerca me esfuerzo por recuperar el humor. La intensidad. Bueno, no es cierto porque precisamente la intensidad nunca desapareció. Me horrorizan cosas como no poder dejar de ser consciente -hiperconsciente- de mi cuerpo en ningún momento; luchar por la verticalidad mientras esa misteriosa fuerza tira de mí en los peores momentos (en la oscuridad de los teatros, por ejemplo) y me arrastra hacia abajo, hacia la tierra.

Pero decía. Que a medida que se acerca noviembre trato de recuperar algo de eso que llaman normalidad. Aunque ya no sé bien lo que es eso. Trato de volver a escribir en el blog, como hacía antes. Uf. No, normalidad no. No recuerdo bien el antes; no sé cómo era el mundo entonces. Bueno, ni el mundo ni yo. Pero aquí estoy. Superviviente del verano. Estoy escribiendo. Yo. Sola. Duele. Pero yo.

De modo que creo que ha llegado el momento de plantear mi teoría de los cumpleaños. Llevo mucho tiempo madurándola y creo que ha llegado la hora. El enunciado básico del que parte la teoría sería el siguiente: nacer con el sol brillando a pleno rendimiento no puede ser lo mismo que nacer cuando está lloviendo.

Nunca he creído en el horóscopo (porque yo era una persona seria y racional). Pero entonces llegó un mes de noviembre y las cosas empezaron a girar vertiginosamente.

No creo en el horóscopo pero cada vez estoy más convencida de que la fecha de nacimiento, y sobre todo el mes, resulta determinante en lo que una persona es. Esta teoría puede sonar rara e incluso interesada. Pero así es. A lo largo de los años he llegado a elaborar una clasificación bastante exhaustiva de lo que los meses significan en las vidas de las personas. Es una clasificación personal e intransferible; es decir, que no tiene por qué valer para nadie más (la traducción de esto es que nadie debería enfadarse al descubrir que ha nacido en el mes equivocado). La clasificación es la siguiente:

Enero. Mes muy frío (y no hablo de temperaturas). ¿Pasadas las navidades? Anticlímax total. Cuesta de enero y todo lo demás. Es un mes que cuesta muchísimo trabajo así en general.

Febrero. Peor que enero. Febrero es un mes bastante tonto: ni fiestas ni nada. Es como una meseta. Prefiero enero.

Marzo. Uf. Tampoco.

Abril. Bueno, no está mal. Si hay que nacer en primavera. Sí, si hay que hacerlo me pido abril. Suena bonito. Me trasmite una energía así como dulce.

Mayo. Políticamente correcto. Demasiado bonito. Demasiado florido. Demasiado virginal. Vamos. Nacer en mayo es un tópico. Todo el mundo debería nacer en mayo (nueve meses después de... ¿agosto? ¿vacaciones?). No, no me convence mayo.

Junio. Bueno... Ni bien ni mal. Mes complicado por los exámenes y esas cosas. Empieza a hacer calor. Pero bueno.

Julio. Es ya demasiado verano. Pero bueno...

Agosto. Un poco desolador.

Septiembre. No. No. Mes de transición: como marzo. No.

Octubre. Vamos entrando en calor. En octubre empiezan las lluvias, el color gris, el fuego... y se acerca noviembre. Mejor, claro está, cuanto más tarde.

Noviembre. Gran mes. Sí, ya sé que esta es la parte en la que la teoría empieza a sonar interesada. Pero lo digo en serio. Noviembre es un gran mes, y esto no es exactamente un juicio de valor. Es un mes intenso, cálido (repito: no hablo de temperaturas), aunque aún no metido en la vorágine de las navidades. Noviembre está lleno de brujería. Sylvia Plath es noviembre. Anne Sexton es noviembre. Astrid Lindgren es noviembre. Yo soy noviembre.

Diciembre. No está mal. Mejor si es antes de navidad, claro, por aquello de no hacer coincidir fechas. Pero es buen mes: bastante cálido también.

Mejor los días impares que los pares. Mejor los días que no están en la decena de los 20. No tengo modo de justificarlo; sencillamente, es así. He adivinado el mes de nacimiento de varias personas a las que he conocido. Es como una cuestión de energía; no de mala o buena energía, sino de la energía que corresponde a cada mes. Como la teoría de los cuatro elementos. Simplemente, lo sabes. Tú eres de marzo; tú tienes energías de agosto. Lo sabes, y punto.

Por supuesto, esta es la coda para los incrédulos y las incrédulas del mundo, hay excepciones (toda gran teoría las tiene). Sí, he conocido gente muy especial que claramente debía ser de noviembre, o como mucho de octubre, situada en un incómodo veintitantos de septiembre, almas muy creativas de enero y algunas otras rarezas y curiosidades.

Tú tienes cara de ser de...

martes, 16 de octubre de 2012

lunes, 15 de octubre de 2012

El otro lado


Ayer fue el cumpleaños de Katherine Mansfield.
Pero estaba montando en bici y comiendo pollo al curry con fideos chinos
y también haciendo primera lectura con actores.
Al (el) otro lado.
Por eso lo celebro hoy.

sábado, 13 de octubre de 2012

Nanas I

Mueve mi madre
esta mi cuna.
El mar da miedo,
quiero laguna.

Duérmete nena
de Cimavilla;
tu padre boga 
al son de quilla.

La caracola
suena en la playa;
mueren tus ojos,
la boca calla.

No cantes madre
la asturianada
dime la nana
de la alborada.

Marea que sube,
marea que baja;
tu sueño es
suave mortaja.

Párpados quietos,
ala que duerme,
tu cara besa, nena,
marisco verde.

Venga mi padre
de la mar, ea;
traiga su vida
y que me vea.

Nana marina
que alivia penas;
velan las madres,
sueñan las nenas.

La niña duerme.
Lecho de red.
Frágiles hálitos.
Boca de pez.


(Nana marinera, de Luciano Castañón)


lunes, 1 de octubre de 2012

Tengo que / Quiero...

Tengo que / Quiero...

... Escribir una tragedia. Y también una comedia. Dos piezas breves. En nueve meses.

... Crear un blog. Otro. No solo mío (aunque quizá casi). Sobre crítica teatral. Escribir un comentario al texto de Paco Nieva. Inventar un pseudónimo, un alterego, y hacerle una reseña. Esto último puede molar (puede).

... Descubrir hasta qué límite llegará mi soledad diaria este año. Una llamada. Tarifa plana. Una sola llamada de teléfono.

... Abrir el cuaderno rojo. Otra vez. Ha pasado más de un mes. Releer esos pequeños textos de detrás del muro, de todos los muros. Atrévete. Lee. Eso. Y también otras cosas. Cosas tuyas. Solo tuyas. Pero dónde estás tú. Dónde.

... Tatuarme. De nuevo. Una mariposa azul en el pie izquierdo, tal vez. O quizá una sirena. No sé. Algo pequeño. Algo que duela. Que duela siempre. Pero pequeño. Solo en el pie izquierdo. Solo quiero que ese pájaro azul deje de revolotear entre mi pecho y mi garganta.

... Leer. Ser capaz de nuevo. Leer.

... Dejar de mutilar partes de mi propio cuerpo. Trozos de mi boca. Trozos de mis manos. Tengo que dejar de comerme a mí misma, sí.

... Nadar. Averiguar cómo y dónde. Comprarme un bañador super sexi y gafas de buceo (las viejas, rayadas y dadas de sí, se rompieron también a finales de agosto).

... Dejar de escribir textos sangrantes. La cordura, la cordura...

... Abrazar. Tocar. Sentir.

... Encontrar el sitio. Dentro de mí. Sé que estás por ahí.

... Ser una buena ayudante de dirección.

... Escribir una canción.

... Tolerar la luz del sol, que ha vuelto a salir y me ciega y me da dolor de cabeza. Cuándo volverá la lluvia. Cuándo.

... Retener Ibiza en mi interior. El vaivén de las olas en la orilla. Ese sol.

... Dejar de pensar. Dejar de recordar. Dejar de sangrar. Las imágenes. La primavera. La esperanza. Las bromas. El beso. El chocolate. Y el amor.




(Imagen de flickr.com)

Página vista en total