lunes, 30 de diciembre de 2013

martes, 24 de diciembre de 2013

sábado, 21 de diciembre de 2013

Husmeo




Y me acuerdo, me acuerdo, me acuerdo...

viernes, 20 de diciembre de 2013

sábado, 14 de diciembre de 2013

Drume, negrita o los tiernos hilos de la autoficción



Escribimos a partir de lo que somos. Y quizá somos, también, un poco lo que escribimos. De ese modo, nos convertimos en autoras y creadoras de nuestras propias vidas; o, por lo menos, generamos la ilusión de que lo somos.

En el siglo XX la escritura ha incorporado masivamente el dispositivo de la autoficción como recurso temático. Y con unos resultados excelentes.

La semana pasada tuve la suerte de asistir a Drume, negrita, el espectáculo de Sofía Cruz y Pablo Boutou, basado en los retazos de una vida acaecida entre la isla de Cuba, los Estados Unidos y la ciudad de Sevilla. Una vida de carne y hueso, presente por otro lado, durante la representación, en el patio de butacas. La de la madre de la artista.

Y es que hace aproximadamente año y medio tuve también la suerte de asistir al inicio del proceso de búsqueda, de investigación. Ese instante en el que la necesidad de contar prueba, toca y tantea en busca de aquellos hilos capaces de componer el relato. Sofía Cruz estaba convencida -y con razón- de que la vida de su madre contenía una buena historia, una historia que ella quería -y debía- contar.

De ese modo nació el germen de lo que se ha convertido en Drume, negrita, un auténtico patchwork escénico tejido a base de todos esos hilos que Sofía Cruz ha encontrado, acariciado y atesorado en sus años de vida. Imagino, a través de muchas conversaciones y horas de escucha. La imagen de lo textil, del patchwork, con sus viñetas desiguales y ajenas a un acabado perfecto y pulido, se me antoja apropiada para describir lo que una encuentra sobre ese escenario.

Mucha música como hilazón del periplo de una vida que nace en Cuba, es expulsada después a Estados Unidos, y finalmente viaja a España. Imagino también que las licencias poéticas, por fortuna, son numerosas. Estamos ante una pieza de ficción, obviamente; o mejor dicho, de autoficción. Y la música hace girar el propio espacio escénico, y nos lo transforma, trasladándonos en ese viaje tan largo, tan intenso y tan precioso.

Solo una actriz, solo una. Tres vestidos, más o menos, y un delantal. Una maleta. Y prácticamente nada más. Se lo juro. Ah, bueno, sí: un par de botas rojas que dan muchas ganas de levantarse y tocar. El resultado: ese maravilloso tejido de casi hora y media en que una ríe, llora y tiene ganas de bailar, bailar, bailar.

Pablo Boutou, también actor, se estrena en la dirección y en la co-dramaturgia -con la propia Sofía Cruz- en esta pieza llena de caricias, de ternura y de reconocimiento. Con elecciones muy inteligentes y acertadas. Y Sofía Cruz, que tiene ese enorme y no tan común talento para la comedia, llena el escenario hasta más allá de lo imaginable... Si la autoficción se ha convertido en un recurso narrativo de primer orden, el cuerpo y su fisicalidad consiguen el resto.

Hay momentos dramatúrgicamente extensos, que sin duda se irán autolimitando con el rodaje. Pero lo que Drume, negrita ha conseguido es algo mucho más difícil de lograr; emocionar de una forma profunda, sincera, a partir de la menos pretenciosa de las pretensiones: contar el relato de una vida. Y tejer los hilos precisos, con mimo, con amor, para ofrecérnosla.

Escribimos a partir de lo que somos, y de lo que son quienes nos rodean. O de lo que pensamos que son. Con nuestros relatos, modelamos y cincelamos un mundo que continuamente nos sorprende y nos rebasa. Y cuando esos relatos son de pura lana, tan cálidos y amorosos, una sale muy reconfortada de la historia. Y mejor.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Diciembre


Alargar la mano y TOCAR.


(The Frog Prince. Imagen del calendario de 2013 The Fairy Tales of the Brothers Grimm, de Taschen)

lunes, 2 de diciembre de 2013

En una tarde muy hermosa de diciembre














Hago limpieza y tiro papeleo fálico y diverso a la basura.
Me acuerdo de la lluvia, del viento y del paraguas rosa que se dio la vuelta.
Envío mails.
Me acuerdo de las lágrimas fáciles.
Escribo sobre LO SENSORIAL y sus ventajas para la escritura.
Me acuerdo de la risa sonora.
Construyo una caja de cartón.
Me acuerdo del brillo eterno de la calle.
Abro una ventana nueva en el calendario de adviento.
Me acuerdo de la grisura y de su calma. Me acuerdo de que no importaba.
Desayuno sin hambre.
Me acuerdo del vino del vino del vino.
Me enjabono el pelo con suavizante.
Me acuerdo del chocolate.
Bebo mucha agua.
Me acuerdo del dolor de cabeza.
Traduzco a Gertrude Stein.

Me acuerdo de tocar.
Me acuerdo de besar.
Me acuerdo de vibrar.
Me acuerdo del Norte.

Tengo frío.
Y me acuerdo de ti.


Bilbao-Madrid 
(Noviembre 2013)

domingo, 1 de diciembre de 2013

Círculo virtuoso

"Era uno de esos días en que está a punto de nevar... y el aire esta cargado de electricidad. Casi puedes oírla. ¿Verdad? Y esa bolsa está bailando... conmigo... como un niño pidiéndome jugar, durante quince minutos. Es el día en que descubrí que existe vida bajo las cosas y una fuerza increíblemente benévola que me hacía comprender que no hay razón para tener miedo jamás. El vídeo es una triste excusa, lo sé, pero me ayuda a recordarlo; necesito recordar a veces que hay tantísima belleza en el mundo que siento que no lo aguanto, y que mi corazón va a colapsar"

(Ricky Fitts, American Beauty, 1999)

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