miércoles, 5 de mayo de 2010

Cine feminista: "Sévigné" (Marta Balletbò-Coll, 2004)

Ayer tuvimos la última sesión del curso "Género, cine y sociedad". Vimos la película Sévigné, de la directora catalana Marta Balletbò-Coll. Me encantó.

Seguramente la de ayer era para mí la tarde perfecta para ver esta película. Para empezar, por el tema del teatro y todas sus referencias (también responsable de que últimamente la cabeza me gire a más velocidad de la normal... a este paso perderé el equilibrio y me caeré...). Para seguir, por el paisaje catalán, tan omnipresente siempre en el cine de allí -¿quién podría reprochárselo con lugares para rodar como el Montseny o prácticamente cualquiera de los rincones de la Costa Brava?- y que de alguna manera también forma parte ya de mi acervo sentimental. Para continuar, por las referencias feministas, rescatando la figura de Madame de Sévigné y narrando una historia en clara consonancia con la misma. Por la exploración de tramas como la de las relaciones entre madres e hijas (con algún tópico, hay que decir, incluido), las titánicas exigencias de un sistema (también cultural) demasiado apegado a los criterios económicos y con muy poco espacio, en el fondo, para la creación, o la de las relaciones adultas, tanto hetero como homosexuales, libres y distintas -gracias por esta nueva trama lésbica sin estridencias... otros, estrenando en estos días, me da la sensación de que podrían aprender algo.

La verdad es que cuando acabó la película y comenzamos con la discusión tuve la sensación de que mis ojos habían sido demasiado benévolos. Quizás. No todos los días puede una ser igual de crítica. A lo mejor se me compensaron unas cosas con otras. Es verdad que la película tiene algunas cosas muy obvias, muy tópicas. O que la experimentación con la cámara -según han dicho- es excesiva e innecesaria (¡pero qué hartas estamos de lo otro!). Y cierto es que el personaje del crítico teatral me plantea muchas dudas; bueno, más bien me las plantea la cuestión de cuál es la visión -crítica o no- que la directora trata de ofrecernos del mismo; y el hecho de estar interpretado por Josep Maria Pou -que me encanta, me encanta, me encanta- es sinónimo de que cualquier cosa que diga y haga resultará, no sólo verosímil, sino profundamente humana.

En fin. Que ya he decidido -después de unas cuantas, y aunque nunca me ha gustado generalizar- que me gusta mucho el cine catalán. Y también que quiero volver a ver Sévigné.

Final de curso. Tristes despedidas. Pero -esperamos todas- nuevos proyectos, muy pronto.

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