sábado, 19 de enero de 2008

Por una pedagogía feminista o llamar a las cosas por su nombre

Hola de nuevo

Acabo de leer un artículo de Ana de Miguel, publicado en El Periódico Feminista de Mujeres en Red, que recomiendo que todo el mundo lea (para que nadie pueda poner excusas creo aquí el link: www.mujeresenred.net/article.php3?id_article=1261).

Se titula "El feminismo como referencia de legitimidad para las mujeres", y, desde mi punto de vista, su principal logro reside en la defensa apasionada que hace del pensamiento y la práctica feministas, como vía de algo de lo que yo he hablado mucho últimamente (aunque no estoy segura de que lo haya hecho tanto en este blog): la necesidad que en un mundo como el nuestro tenemos de pedagogía feminista.

Para empezar, por algo que la autora del artículo menciona, y es la estigmatización severa que este término aún comporta entre la inmensa mayoría de la gente. En efecto, la palabra "feminismo" parece permanecer inexplicablemente asociada al deseo de dominio y control, por parte de las mujeres, sobre los hombres, y, por lo tanto, a formas nacientes de androginia (sí, realmente el término no es muy común).

Desde luego, el feminismo quiere darle la vuelta a la tortilla. Aunque no de la forma en que mucha gente imagina. Nada más lejos de sus metas que forma alguna de tiranía o de odio contra el varón. Y nada más extraño a sus métodos que la violencia en cualquiera de sus expresiones. Se debe destacar, por el contrario, del feminismo, que se ha tratado de una de las revoluciones -por no decir la que más- que más y mejores logros -y, desde luego, para un mayor número de seres humanos-, está logrando, por vías completamente pacíficas.

El feminismo, como dice Ana de Miguel, es un humanismo. No pretende sino la justa realización de la libertad y la igualdad para el conjunto de la humanidad. Sin distinción de sexos. Así de sencillo. Así de democrático.

Por eso a veces resulta ciertamente inexplicable la demonización a la que las propias feministas se ven obligadas a enfrentarse. Inexplicable y cansina. Parece como si una debiera ir por ahí continuamente convenciendo al mundo de la bondad de sus objetivos. El resultado, me temo, muchas veces, se salda con la frustración y la amargura de constatar cómo, si bien es cierto que el primer paso para el cambio social es la comprensión, resulta imposible no suspirar con desánimo ante la más que evidente y sospechosa -por su perseverancia- incomprensión de muchos.

Pero sí, estoy convencida de que nuestra sociedad necesita pedagogía feminista, y también democrática. Por eso necesitamos artículos como el de Ana de Miguel, donde se dé cuenta de la forma en que el movimiento feminista, a base de repartir gafas violetas a diestro y a siniestro -los de CQC no inventaron nada-, va cambiando nuestra percepción y nuestra construcción de la realidad.

Me encanta el final. En él, la autora denuncia la falacia que encierra el término postfeminismo, como una peligrosa vía de despolitización de las relaciones entre los géneros. El resultado, denuncia, la perseverancia de aquello que Betty Friedan, en el feminismo estadounidense de los 50, denominara "el problema que no tiene nombre"; bajo rostros y apariencias, eso sí, siempre renovadas, como las de la anorexia, y ante las que una se siente fatalmente tentada de repetir "nihil novum sub solem" ("nada nuevo bajo el sol").

Sigamos, por favor, en nuestro empeño de llamar a las cosas por su nombre. Y también de mostrárselo a los demás.

Saludos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre... mucho pajarito veo en la cabeza de las postfeministas.

La pedagogia deberia ser masculinista, ya que el adoctrinamiento feminista solo resuelve las carencias de la mujer y no la de los hombres.

Hoy los hombres, tenemos mayores problemas de fracaso escolar, estigmatización que la mujer, sufrimos igual el paro, y somos víctimas de un sistema violento de género pero hacia al hombre ya que se le criminaliza.

Hoy un hombre si tiene un hijo no tiene derecho a abortarlo y debe cargar con las consecuencias jurídicas. Que se lo hubiese pensado es la respuestas de las feminista. Lo mismo podríamos decir de las mujeres que abortan.

Un hombre tiene mayor tasa de suicidio, tiene menos subvenciones, no tiene instituto del hombre. Muere asesinados por mujeres pero esos datos 45 en 2007 no aparecen nada más que en el ministerio del interior, no en el de la igualdad, que demuestra sesgar la realidad, y ser partidista ante este drama.

Se escuchan reivindicaciones que aluden que el hombre trata a la mujer como mercancía. Pero las mujeres que hacen turismo sexual a la república dominicana no parecen medirse con el mismo rasero.

"Son muchas menos que los hombres" dicen algunas. A mi el argumento y tu más no me parece ni admisible siquiera por personas que dicen ser humanistas. Además, en el caso de la violencia de género, 45 hombres asesinados víctimas, serán menos que 71 mujeres, pero estadísticamente en relación a 46 millones de habitantes, se puede concluir que la mujer mata igual que el hombre.

Pero yo no escucho el contador demagógico de hombres asesinados por violencia hembrista.

Inés dijo...

me acabo de encontrar tu blog por casualidad....

ya lo tengo en favoritos!!

te sigo leyendo

un saludo

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