martes, 26 de febrero de 2008

La niña de Rajoy

Me sentí profundamente dolida por las palabras con las que Mariano Rajoy cerró su presencia en el debate electoral de anoche. Palabras que debían servir para atraer el voto masivo de la ciudadanía, y que, de acuerdo a la segunda parte del lema electoral de los populares -cabeza y corazón-, iban claramente dirigidas a conmover a la audiencia.

Pues a mí no me conmovieron lo más mínimo; más bien me revolvieron. Rajoy se declaraba preocupado por la niña que nace, crece y se desarrolla en España; por sus logros, sus problemas y sus oportunidades. Veamos. Para empezar, su elección de género obedece a criterios muy precisos, y en clara consonancia con algunos estereotipos injustos y sexistas que anidan bien arraigados entre todos nosotros y entre todas nosotras. Era fundamental hablar de la niña y no del niño, ya que con ello se apela a los instintos de ternura, cuidado y protección como de ninguna otra forma. Desde luego, aunque sólo sea por eso, hemos de pensar que los derechos de la niña a vivir en igualdad de oportunidades no le importaban en absoluto.

La niña que nace en España; eso quedó claro desde el primer momento. Deberíamos preguntarnos qué pasa con la que no nace en España, sino que nace fuera y viene después. Pero no hace falta que lo hagamos, él mismo lo dejó claro a lo largo de sus numerosas referencias a la inmigración a lo largo de la noche.

Aunque esa niña, llegada desde otros mundos por el deseo y la voluntad de una mejora en sus condiciones de vida, es, desde luego, una niña, el discurso del Partido Popular no se dirige a ella. ¿Estará obligada, al cruzar la frontera de nuestro país, a firmar eso que han denominado contrato de integración? ¿Ese catálogo de buenas costumbres españolas? (No dejo de preguntarme en qué consistirá: ¿comer con los dos antebrazos apoyados en la mesa? ¿ir a misa los domingos? ¿celebrar la Navidad? ¿la desigualdad salarial y doméstica? ¿el techo de cristal? Y, sobre todo, ¿quién va a decidirlo?).

Pero vale, centrémonos en la niña nacida en España, que es la que a Rajoy le preocupa. Tuvo, creo, la decencia de no hablar directamente de igualdad de oportunidades ni nada parecido. Aunque tampoco hacía falta; todos y todas entendimos perfectamente las intenciones del discurso. Y tiene gracia, en su caso, habiendo votado en contra de la Ley de Igualdad, hace menos de un año, y habiéndola llevado ante el Tribunal Constitucional. Tiene gracia, en alguien que utiliza el terrorismo sexista y doméstico como arma política, siempre que puede. En un partido que lleva años negándose a la necesidad de la igualdad entre hombres y mujeres en este país.

Así que, niñas que nacéis ahora, no os hagáis ilusiones. Porque, si el PP gana el próximo 9 de marzo, vuestra suerte dependerá mucho del color de vuestra piel y de la nacionalidad de vuestros padres y madres. Para empezar, probablemente os quedéis -colores aparte- sin plaza de guardería, ya que en la actualidad no hay suficientes para todas y todos. Así que vuestras madres -con toda seguridad van a ser ellas- tendrán que invertir mucho tiempo y esfuerzo en cuidaros, mientras sus oportunidades profesionales y vitales se ven deterioradas. Después, con un poco de suerte, podréis ir a un colegio en el que las clases sean mixtas -con el permiso de ciertos sectores que empiezan a ser contrarios a la idea-, pero, eso sí, donde los contenidos coeducativos continúen brillando por su ausencia. No os puedo asegurar qué pasará con la Ley de Igualdad, pero con toda probabilidad se va a levantar mucho la mano en todo lo que tenga que ver con vuestros derechos y libertades. Se siente; es algo histórico, propio de este país tan viejo y que no debemos tomarnos a broma. Menuda broma.

Si en algún momento de vuestra infancia y juventud necesitáis un aborto os deseo suerte en el periplo de buscar dónde hacerlo. Yo me alejaría de ciertas Comunidades Autónomas. En cualquier caso, todo en la sociedad va a tender a culpabilizaros y criminalizaros por ello. Por ello, y por muchas otras cosas: por querer conservar un trabajo, por desear el poder, por desear en general.

Si resulta que descubrís que os gustan las niñas en vez de los niños, no esperéis respeto político ni institucional por vuestras opciones y preferencias; ni siquiera esperéis tener derechos. No os extrañéis de que se mire hacia otro lado mientras se os sigue culpabilizando por toda clase de cosas y tratándoos como a personas enfermas.

Un buen día, dejaréis de ser niñas y os convertiréis en mujeres. Y vuelta a empezar. Quizás entonces Rajoy, o quien le sustituya, continúe preocupándose por vuestras hijas.

Yo creo que no. Que no le preocuparán, ni le preocupáis vosotras lo más mínimo. Porque, si no, lo habría demostrado a lo largo de todos estos años. No le han faltado oportunidades. Oportunidades no electorales.

Comprenderéis que me parecieran una crueldad inusitada sus comentarios. Vosotras, niñas nacidas en este país, no votáis aún; espero que vuestros padres y vuestras madres sí lo hagan. Y que al hacerlo piensen de verdad en vosotras y en vuestro futuro.

Saludos.

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