miércoles, 14 de septiembre de 2011

Pequeña Livia

Ando enganchada a Los Soprano. A veces me pregunto cómo puedo soportar tanta violencia. Pero en fin, ahí estoy. La serie arranca muy bien, aunque empiezo a tener la sensación de que, como suele ocurrir, las tramas van perdiendo fuerza y se vuelven repetitivas a partir de la cuarta temporada. Aun así me quedo con algunas imágenes impagables: Tony Soprano llorando, para empezar, por la marcha de los patos salvajes en el primer episodio; su imagen en el establo, con la yegua Pie-Oh-My (¿de dónde sacarían ese nombre?) y la cabra que siempre rondaba por allí; o la del tractor, tratando de cavar un hoyo con Chris Moltisanti para poder enterrar las manos y la cabeza de otro mafioso a quien acababan de cargarse.

Y, por encima de las demás, todas las escenas de Livia, la abuela Soprana; tengo la sensación de que la serie empieza a perder fuerza justo en el momento en que el personaje desaparece. Imbatible e inigualable. Pasa a formar parte de mi pequeña colección de grandes personajes de la(s) historia(s). Hasta siempre pequeña Livia.

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