martes, 24 de junio de 2008

Sí, lo sé, dos entradas en un mismo día: o me paso o no llego. Así es la vida. No quería dejar pasar la oportunidad de comentar que acabo de terminar de leer "Penélope y las doce criadas", de Margaret Atwood, y de repetir lo mucho que esta autora siempre me impresiona.

En realidad, ya hablé de ella anteriormente; más o menos, al principio de la vida de este blog (por enero, o así, tuvo que ser). Lo hice, sin embargo, de pasada, y sin detenerme demasiado. Entonces estaba leyendo "La maldición de Eva", que eran un conjunto de ensayos sobre teoría de la literatura, básicamente, y claro, sobre todos los inmensos temas a los que la reflexión sobre la literatura siempre abre. No estoy segura de cómo llegó aquel libro a mí, me imagino que por la Librería de Mujeres, pero no recuerdo si lo compré, me lo regalaron o qué. Me encantó. Por eso este año, en la Feria del Libro, decidí comprarme "Penélope y las doce criadas" en cuanto lo vi. Aprovecho para recomendar una visita a la Librería de Mujeres de Madrid, donde es fácil perderse entre la gran cantidad de libros que tienen; sus dueñas y empleadas son encantadoras y te aconsejan -y muy bien, por lo general- sobre todo aquello que quieras comprar -por cierto, yo también estoy de acuerdo en que a Margaret Atwood deberían darle el Novel-.

En "Penélope y las doce criadas" Atwood reconstruye el mito de Penélope, la esposa abnegada de Odiseo, que se dedicó a tejer un sudario mientras su marido estaba en la Guerra de Troya, y a destejerlo por la noche para retrasar el momento de tener que tomar la decisión de casarse con cualquiera de los muchos pretendientes que aspiraban a ello.

Fue una suerte, dicho sea de paso, que el otro libro de Atwood me gustara tanto como para comprarme este a ciegas. Porque si me hubiera leído el resumen del libro, quizás no lo habría hecho. La verdad es que la mitología nunca me ha interesado demasiado; me maravilla la gente que es capaz de recordar los nombres y las historias de los dioses, diosas y héroes griegos/as y romanas/os, pero yo siempre he sido incapaz. Ni siquiera me divierte.

Pues bien, me habría perdido una gran historia. Lo que hace Atwood es eso que la Postmodernidad ha puesto tan de moda, y que es revisar los grandes textos canónicos de nuestra literatura, dotándolos de un nuevo enfoque y por lo tanto de verdades históricamente imprevistas. Lo que hace, en concreto, es darle voz a Penélope.

Así de simple. Es sorprendente lo que, sólo con darle voz a Penélope, se consigue. En realidad, no sólo lo hace con ella, sino con muchos otros personajes: las doce criadas, Helena de Troya... A través de esas voces, aparecen muchísimos discursos más o menos desdibujados. Relatos que mezclan Antigüedad y contemporaneidad, que muestran sus críticas hacia la violencia contra las mujeres, y que, en líneas generales, demuestran cómo la realidad se compone siempre de múltiples voces y puntos de vista, dejándonos en última instancia con la agridulce sensación de una verdad que se nos escurre entre los dedos -porque no es una, ni idéntica a sí misma ni a nada de lo que siempre nos han contado, claro-.

Mientras tanto, se ríe. Atwood se ríe; se ríe Penélope. Ironiza, sin perder la calma. Nos cuestiona a nosotras y a nosotros como lectoras y lectores pasivas/os y acríticas/os. Hace que la novela, o mejor dicho la tragedia -porque en realidad se trata de una tragedia- dialogue consigo misma y se plantee sus mismas condiciones de posibilidad.

Y sale victoriosa de todo ello, en menos de doscientas páginas. "Penélope y las doce criadas" es la representación práctica de las teorías literarias de "La maldición de Eva", y me alegro de haberlo comprobado porque, claro, hablar siempre es muy fácil, pero actuar lo es menos. Y aquí Atwood ha lanzado al mundo personajes como los que pocas veces tenemos -o por lo menos, a mí me cuesta mucho dar con ellos- ocasión de encontrar. Personajes de carne y hueso, que sin embargo están constituidos a base de historias y de mitos, y que por lo tanto son tejido puramente narrativo. Y que encima lo saben. ¿Cómo consigue Penélope mostrarnos su verdad de la historia, sin parecer una víctima sin redención? ¿O las criadas, de igual modo, y además, arrojando sus dudas sobre el personaje de Penélope? ¿Cómo dar con tu propia voz crítica, en medio de todo ello, sin perder la realidad del multiperspectivismo y la multiplicidad en las narraciones de cada personaje?

Para mí es todavía un misterio. Pero cuando leo novelas como esta de Atwood me doy cuenta de que el secreto son los personajes. Saber qué darles, y qué no darles. Dónde ceder, dónde plantarse. En qué momento, posiblemente, debe el personaje separarse del autor o la autora, y adquirir vida propia. Saber dónde se está, quién eres tú y quienes son ellos y ellas.

Le agradezco a Margaret Atwood, como siempre, la claridad al mostrar que es posible.

2 comentarios:

CRISTINA dijo...

Ya lo terminé!! Me ha encantado. ¿Me recomiendas,pues,La Maldición de Eva?
Gracias por abrirme la curiosidad a una nueva escritora.

Besitos!
Cris

NURIA TORRES dijo...

Hola, mi nombre es Nuria, soy miembro reciente de Escuela Helvéticas donde realizo un taller de escritura...Casualidades del destino ando leyendo esta novela de Atwood y me parece más que fascinante. Animo a tod@s a leerla y saborearla...

Un saludo

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