No me gustan los cinturones urbanos: prefiero atravesar la ciudad
–notar la caída de los racimos de flores malva, sorprendentes, de la Castellana;
hacer inventario de sonidos detenida en el semáforo, un semáforo cualquiera;
advertir la hora (las seis menos veinte) en el reloj del edificio de Correos–,
buscar la salida.
La nieve invita a parar.
Madrid, Semana Santa 2024
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