sábado, 17 de octubre de 2020

La ola

 



El 17 de octubre de 2018 yo estaba echada en el sofá de la casa de Sant Vicenç de Montalt, en el Maresme. Arrebujada en una manta, garabateaba notas torpes en mi cuaderno de ballenas. Quizá la novela de la madre deba ser, al final, la novela del padre. Así arrancó aquel otoño, y así regresé yo a la escritura.
Hoy pongo un punto, parece, que en realidad no es un punto sino una flecha dibujada, en forma de arpón, con una ballena azul dentro.
He llorado esta mañana, escuchando a Leonard, sobre la mermelada de tomate del desayuno.
He enviado un mail que ha sido muy difícil redactar.
Tengo el abrigo en la tintorería, suavizante nuevo para el pelo en el baño, pescado descongelando en la nevera.
Siento mucho desapego, de pronto, por todo. Mucha debilidad, mucho cansancio. Y eso me reconforta. No seguir luchando. No reaccionar. Aceptar. Respirar tan solo. 
Morir, morir era quizá algo parecido a esto.


La ola (Suzy Lee, 2008)

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