lunes, 18 de junio de 2018

De repente, un poema



Quería casarme con ellos. Tener hijos con ellos. Llevar todos sus apellidos de casada. Cocinar para ellos. Cortarles las uñas de los pies después de la ducha. Prepararles las camisas. Regalarles los cuadernos. Apretarles los granitos de la espalda. Hacerles el amor en el escritorio. Soportar que se marcharan con otras. Soportarles borrachos. Soportar sus manos sudorosas después de la pelea. Quería ser Luna Caulfield. Luna Chinaski. Luna García Madero. Luna Berg. Luna Incandenza. Luna Bandini. Mis pequeños maridos adolescentes. Les lavaría la boca con jabón –en tantas ocasiones–. Les prohibiría beber Cocacola más tarde de las diez. Les diría Eso no se hace. Dame la mano. No seas malo. Quería casarme con todos ellos. Quería ser poeta, como todos ellos. Quería pene y pecas. Pelo sucio y moratones. Tirantes. Uñas negras. Los quería tanto. Apenas los añoro.




Luna Miguel, Poliandria (Poetry is not dead, La Bella Varsovia, 2013)

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