lunes, 25 de mayo de 2015

El cambio: El principio



El jueves terminé de leer a Paula Vogel y tuvimos cena latina.
El viernes por la tarde me robaron el móvil.
Después de ir a comisaría a poner la denuncia acabamos en el parque Martin Luther King, bailando. Después vino la pasta con salmón y el bajón de la reflexión y también Lolita Bosch.
Y después vino ayer:
Que aún no he limpiado la casa esta semana,
Que el duplicado de la micro sim no ha llegado todavía,
Que se me ha olvidado comprar latas de bonito (o atún; pues eso) y en el Mercadona no había crackers,
Que he nadado 30 largos,
Que mañana tengo que volver a la biblioteca a lo de las nanas,
Porque hoy, aquí en Madrid, apetecía estar en la calle.
Porque después vino ayer, y después hoy, y ahora casi ya mañana:
El cambio. El comienzo del cambio
Pues eso


lunes, 11 de mayo de 2015

¿Qué decir a los niños?




Nuit d'orage (Noche de tormenta), en versión de Le Carrousel

domingo, 10 de mayo de 2015

El único secreto es preocuparse muchísimo por la cocina



No comprender algo es un fermento fenomenal para la escritura. Mis novelas daban forma a una incomprensión creciente.
La anorexia me había servido de lección de anatomía. Conocía ese cuerpo que había descompuesto. Ahora se trataba de reconstruirlo.
Por extraño que parezca, la escritura contribuyó a que así fuera. En primer lugar era un acto físico: había que superar obstáculos para sacar algo de mí.
Aquel esfuerzo constituyó una especie de tejido que luego se convirtió en un cuerpo.

(...)

Entonces el huevo se había metamorfoseado en una titánica tortilla espacial que evolucionaría por el espacio cósmico hasta el fin de los tiempos.
Sí, una autobiografía debía de ser algo así.


(Amélie Nothomb, Biografía del hambre (2006))

domingo, 3 de mayo de 2015

Julietas y Medeas (Teatro&Autoficción)


O: El 'método Nanclares'.
O: Cómo me metí yo en este lío.

"Cuerpo y escritura: para mí es problemático. Veréis. Dos años después me enamoré muy chungamente. Mi cuerpo estaba gritando de deseo y yo, aturdida, apenas daba abasto a escuchar. Adelgacé unos doce kilos ese año. Cuando empecé a recuperarme de todo aquel amor tan chungo me dio por el control -esa obsesión tan femenina-; control del cuerpo, control de la mente, control (y castigo) del deseo. Escribí el dolor: en forma de tragedia, en forma de comedia. Y de forma compulsiva empecé a contarme a mí misma (siempre, la obsesión de narrar…) lo que comía: galletas, té, zumo, dos piezas de fruta al día… (Lo poco que comía). Es muy raro cuando tu cuerpo cambia de esa manera; te miras al espejo y te has convertido en otra (¿y quién es esa otra?). En realidad controlas poco de lo que pasa, por mucho que te empeñes; pero la vida funciona a base de negarlo y creerte tu propia heroína. Mientras tanto, amenazas con desaparecer…" 

(Mi crónica para Campus Relatoras, sobre mi relación con la comida escritura... Más aquí)


(Y más info sobre el taller Julietas y Medeas (Teatro&Autoficción) aquí)

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