miércoles, 6 de septiembre de 2023

setiembre



De lo que no puedo prescindir es de las voces. En muchas ciudades del mundo, la población está asentada sobre siglos de callejones adoquinados, iglesias en ruinas, reliquias arquitectónicas que nunca han sido excavadas, solo apiladas unas sobre otras. Si has crecido en Nueva York, tu vida es una arqueología no de estructuras, sino de voces, que también se apilan unas sobre otras, y que tampoco se reemplazan unas a otras.


La mujer singular y la ciudad (Vivian Gornick, 2015)



Hoy han empezado los colegios, las calles se han convertido en infiernos de coches atravesados y prisas imposibles. Esto no es Nueva York pero la vida vuelve a acelerarse. Yo he esperado a que parara de llover, he puesto una lavadora, la he tendido y (casi) recogido. No he lavado la mochila. He ido y vuelto al aeropuerto. He hecho compra, huevos incluidos. Ordené la nevera. Fui a reclamar un envío perdido a Correos pero estaba cerrado, aún, por el horario de verano. He acabado el (genial) libro de Gornick. También di una clase por la mañana. Y no me conecté a una asamblea (la dosificación del ruido y las interrupciones: un objetivo loable, creo, de este comienzo de curso). Subí la maleta al armario. Me rasqué las picaduras. Estampillé los libros nuevos y les busqué hueco en las estanterías. Hablé por teléfono con mi madre. No he cenado, no tengo hambre. En el salón huele a pan: viene del horno sin gluten de más arriba y se cuela a través del balcón. He apretado dos bombillas. Y colocado la manta rosa en la cama. Puede que el cyclamen se haya muerto (sería la segunda baja de este verano). Estoy a punto de empezar con el ensayo de Hustvedt.


Imagen del calendario de 2023 de @mugrons_art

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