sábado, 11 de abril de 2020

Hook



Como tantas mujeres, yo no tengo una habitación propia para escribir. Escribo en la misma mesa en la que trabajo como veterinaria las tardes de oficina, fuera del horario laboral, respondiendo correos, rellenando hojas de cálculo, pasando a limpio notas de campo. Escribo en la misma mesa en la que como. Escribo en la misma mesa en la que mi vida se sucede, un espacio delimitado, plano, sin paredes que lo contengan, pero que se apoya en una pared que se convierte en el único horizonte en el que puedo acurrucarme cuando me siento a escribir. Mi vida se sucede en esta mesa porque es el primer sitio donde pongo todo nada más llegar a casa. Los libros que llegan, el portátil, las llaves, la compra, el bolso de trabajo, la ropa recogida de la azotea, las notas y los cuadernos que se desperdigan por la mesa con apuntes que luego nunca aparecen cuando se los necesita. Siempre que me siento a ella tengo que pararme a recolocar todo lo que descansa sobre la superficie. Todo lo que me estorba para la tarea que quiero hacer. Ésta es mi célula. así es mi celda particular y propia.


María Sánchez, Tierra de mujeres (2019)



#MeQuedoEnCasa

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