Decir NO es respirar. Y soltar.
Decir NO es terminar tu coca-cola tranquilamente. Pagar la cuenta a medias.
Y pensar en que te estás perdiendo el taller sobre dramaturgia, identidad y territorio de Camila Le-Bert en el FIT de Cádiz.
Porque decir NO es percibir el ritmo frenético de la ciudad al mediodía. Buscar el sol. Cerrarte la chupa y buscar el sol. Y disfrutarlo.
Decir NO es leer a Mark Haddon en el e-book mientras trabajas en algo que no es realmente tu trabajo, en el día que no te corresponde. Identidad y territorio, identidad y territorio.
Decir NO es sentir la Navidad cerca caminando hacia Plaza de España.
Es tener tiempo para deambular por La Central después de comer.
Y amar mucho a la persona que te acompaña, aunque no te acompañe, físicamente, en ese momento.
Decir no es definitivamente soltar amarras. Saber que no importa. Sentir que has crecido. Y unas ganas locas de sentarte a escribir...
Y recordar que tienes una estantería que esconde secretos.
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