La veo en sueños, mi niña roja y terrible.
Llora a través del cristal que nos separa.
Llora, está furiosa.
Sus gritos son ganchos que hieren como gatos,
captando mi atención.
Llora a la oscuridad, o a las estrellas
que brillan y giran lejos de nosotras.
Su cabecita parece tallada en madera,
en una madera roja y dura, ojos cerrados y boca abiertísima.
Y de la boca salen gritos cortantes
que arañan mi sueño como flechas,
que arañan mi sueño, penetrando mi costado.
Mi hija no tiene dientes. Su boca es grande.
Emite sonidos tan siniestros que no pueden ser buenos.
*
Y un par de curiosidades:
*
(Sylvia Plath, Tres mujeres)
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