"¡Claro que en serio! ¿Es que acaso no puede una
hija de argelinos dedicarse al foie? ¿Vivir en Le Marais? ¿Aprender espagnol
por correspondancia?
¿No puede una hija de argelinos enamorarse de este
país? ¿De las ocas, de los patos y de sus hígados? ¿Del D’Orsay? ¿De Gauguin? ¿Del
vino tinto? ¿Del armagnac? ¿De la trufa negra? ¿De la République, de la laïcité
y hasta… de una mujer?"(Babel; La tormenta)
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