"Después de todo son los hombres quienes engendran a las hijas -dijo severamente la directora Brava a su hijo levantando los ojos de la Gaceta de Egalia. Estaba perdiendo los nervios-. (...) No todas podemos ser iguales, ni siquiera en una sociedad igualitaria como la nuestra. (...) ¿Quién dice que no puedes hacer lo que quieres? Sólo digo que debes ser realista. No se puede nadar y guardar la ropa... Si tienes hijas, tienes hijas y se acabó. (...) En cualquier caso, ningún hombre de verdad quiere ser marinera".
Gerd Brantenberg, Las hijas de Egalia, 1977.
(¿Alguien ha leído Las hijas de Egalia? Porque yo acabo de terminarlo. Es alucinante la manera en la que pone a prueba, minuciosamente, tu propia percepción de las cosas; cuando lo acabas te has cuestionado a ti misma como lectora o lector unas cuantas veces; además de tus creencias, tus relaciones, etc. No es sencillo de leer, pero El Quijote tampoco y sigue siendo lectura obligatoria en Bachillerato. En serio; ¿por qué no lo incluyen como lectura en los institutos?).
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