Entonces me asaltó el súbito e incontenible impulso de decir: Te quiero, Nick. No era una sensación precisamente desagradable; era más bien ligeramente divertida y alocada, como cuando te levantas de la silla y de pronto te das cuenta de lo borracha que estás. Pero era verdad. Me había enamorado de él.
Quiero ese abrigo, dije.
Sí, claro. Ni hablar.
Sally Rooney, Conversaciones entre amigos (2018)
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