jueves, 25 de octubre de 2018

Llet



Escribir.
Leer.
Tomar decisiones o mediar en los conflictos.
Viajar en tren, en metro o en cualquier otro vehículo que entrañe la visión de seres humanos.
Navegar en redes sociales.
Conciliar el sueño.
Hacer el amor.

Que los padres se mueran.

Hoy he visto Hasta agotar existencias (Ensayando para que la muerte de mi madre no me pille desprevenida), de Verónica Navas, en el Casinet de Hostafrancs (en Sants).
Había paseado por Sant Antoni. Me había comprado un pañuelo con flores grises (como las que cubren mis vísceras este otoño). Junto al mercado, me había cruzado con la poeta Luna Miguel, pero no le había dicho nada.
Después he regresado a casa en tren.
Pero las flores grises.
Pero la ira el miedo (de esa sombra, de los faros del otro coche, del reflejo de la luna, de la joven que fuma en el andén donde está prohibido, del mar y de sus olas, sobre todo).
Pero las flores grises, al fin y al cabo, son flores.



Hueles a merienda,
hueles a tu madre.

(Hasta Agotar Existencias © 2016)

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