Me
siento a escribir y todos los pájaros de papel (el miedo a no ser lo bastante
buena, la desconfianza, las dudas sobre la cena, irnos a vivir juntos, la
mañana de otoño en El Retiro, los horarios de los nuevos talleres, el correo electrónico
y la piscina) empiezan a volar dentro de mi cabeza. Y me siento frágil, aún
más. Dudo, tiemblo un poco.
Pero al final escribo.
(Imagen de narumi.fr)
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