Yves Lavandier dice que según el análisis transaccional todos nos comportamos, pensamos y sentimos de tres maneras distintas: modo Adulto, modo Niño (cuando se copian comportamientos de cuando se era niño) y modo Padre (cuando se siguen pautas de los propios padres). Además, el Padre puede ser crítico o alimenticio; el Niño puede ser adaptado sometido, adaptado rebelde o libre.
Él habla en masculino, claramente, porque sospecho que es ciertamente misógino. Sus analogías psicológicas me ponen un poco nerviosa por su aparente rapidez para extraer conclusiones. Pero como, por razones que no vienen al caso, le debo bastante en definitiva a ese tipo de análisis, sigo.
También dice que la creatividad está relacionada con el Niño Libre. Así que si mimamos a los Niños y a las Niñas Libres (a las que alguna vez fuimos y que seguimos abrigando en nuestro interior) estamos haciendo algo importante por nuestras historias y relatos (especialmente, por aquellas que sean cómicas).
Es divertido:
-¿De qué es la tarta que estás haciendo? (Adulto o Adulta -a menos que la persona en cuestión esté haciendo algo como rizarse el pelo)
a) -Deja de hacer ese tipo de preguntas todo el tiempo. (Padre crítico o Madre crítica)
b) -Es de cerezas, la tarta es de cerezas. Estará lista en veinte minutos. ¿Quieres sentarte aquí a mi lado y esperar conmigo? Después podremos probar un trocito. Verás qué buena. Espera. ¿Adónde vas? (Padre alimenticio o Madre alimenticia)
c) -Lo siento, perdón. No quería dar la sensación de estar haciendo una tarta. (Niño o Niña sometida)
d) -La tarta es de lo que a ti no te importa. Y deja de meterte en mis asuntos. (Niño o Niña rebelde)
e) -¿La tarta? Oh, pues puede que de cerezas. Bueno, quiero decir que era de cerezas; sí, esa era la idea. Pero estoy pensando que las cerezas, con el calor del horno, se deben de convertir en otra cosa radicalmente distinta de las cerezas. Algo que quizás ya no podamos llamar cerezas. Y quizás por lo tanto, la tarta tampoco pueda llamarse tarta de cerezas. Así que creo que debería buscar otro nombre. Aún estoy pensando en cuál. (Niño y Niña libre)
Imagino que la respuesta en Adulto sería simplemente que la tarta es de cerezas. Pero, en realidad, ¿existe esa respuesta? Probablemente me esté ganando mi Niña Libre pero realmente nadie contesta así, ¿no? Y si lo hace, qué aburrido. Seguramente tendrá aun así otra cosa dentro de la cabeza.
No sé. Mi Niña Libre. Mi Niña a secas. Me alegra que alguien la haya mencionado. Siempre es bueno pensar en ella. La recuerdo con media melena, flequillo y leotardos rayados blancos. Y puede que con baby de cuadros. Y es extraño, porque apenas recuerdo tener flequillo antes de los veinte años. Pero esas criaturas son las responsables, estoy segura, de la mayor parte de los mitos sobre los que todavía se sustentan nuestras historias; y también, por mencionar un ejemplo más trivial, de que las magdalenas (cupcakes) un poco grandes un día, simplemente, pasaran a ser muffins. ¿Qué haríamos sin ellas? (Sin las magdalenas, sin los muffins y sin las Niñas).
"Durante la Segunda Guerra Mundial, en el gheto judío de Vilnius, una mujer dirigía un teatro. Con su escasa ración de pan, modelaba pequeñas figuritas. Y todas las noches daba vida a sus actores de miga de pan ante espectadores hambrientos y destinados a morir. Todas las noches hasta el final. (...) La historia no lo dice, pero podemos apostar a que la mujer que daba vida a su teatro de miga de pan en el gheto de Vilnius hacía reír a sus espectadores".
(Yves Lavandier, La dramaturgia)
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