sábado, 27 de agosto de 2011

Niño Cántaro de Agua y otras (pequeñas) heroicidades

Y escribí en el cuaderno rojo, finalmente. Keep moving.

Sigo pensando en el viaje del héroe. Por fin me he comprado El viaje del escritor, de Christopher Vogler (la obra que, se supone, toda persona que aspire a escribir/contar historias debería tener). Los intentos por esquematizar lo que sea (actividades, filosofías, etc.) en un marco o esquema único me hacen, por principio, desconfiar. Que los principales estudios y productoras norteamericanas se hayan convertido en los reyes del mambo de la cuestión, todavía más. Y definitivamente no me gusta la tendencia hacia ese tono de manual de autoayuda.

Pero hay algo más. Recorro las páginas. Trato de desconectarme de términos como 'universal' y reconozco ese periplo de cambio y de crecimiento. El aprendizaje. ¿Los arquetipos? Pienso en mis historias. Quizás dislocadas. Quizás.

Tengo que seguir pensando. Leyendo.


"Una joven Pueblo que ayudaba a su madre a mezclar con el pie el barro para hacer vasijas, sintió que el lodo la salpicaba en la pierna, pero no le puso atención. Después de unos días, la joven sintió que algo se movía en su vientre, pero no pensó que iba a tener un hijo. No se lo dijo a su madre, pero el niño crecía y crecía. Una mañana se puso muy enferma. Por la tarde nació el niño. Aquel día su madre cayó en la cuenta (por primera vez) de que su hija iba a tener un hijo. La madre se enojó mucho, pero cuando miró al niño vio que no se parecía a un niño, sino que era una cosa redonda con dos salientes: era una pequeña vasija. '¿De dónde sacaste esto?', le dijo la madre. Pero la joven sólo lloraba. En ese momento el padre entró. 'No me importa, me alegra que haya tenido un niño', dijo. 'Pero no es un niño', dijo la madre. El padre fue a verlo y vio que era un pequeño cántaro de agua. El padre, al verlo, sintió cariño por el cántaro. 'Se mueve', dijo. Enseguida, el cántaro empezó a crecer. A los veinte días ya era grande. Podía hablar y jugar con los otros niños. 'Abuelo, llévame afuera para que yo mire a mi alrededor', dijo. Cada mañana el abuelo lo sacaba y él miraba a los niños, quienes lo querían y averiguaron que era varón, Niño Cántaro de Agua. Lo averiguaron por lo que decía".*


Me pregunto qué diría.




(* Joseph Campbell, El héroe de las mil caras, p. 291)

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