Yo también estoy en la calle... a pesar de todo (o de casi todos).
Y no hay nada que celebrar. Por eso, precisamente.
Por la batalla diaria, en cada rincón y en cada superficie cotidiana, con propios y ajenos, con propias y ajenas. Por lo que cuesta explicar. Por las ganas de tirar la toalla. Y porque sabes que no puedes hacerlo, porque te va la vida en ello. Porque no haya agresión, por pequeña que sea, sin reacción o reparación de algún tipo (el que haga falta).
Por cada gesto, cada palabra, cada lágrima. Cada grito.
Estou farta... estamos fartas.
Pero no voy (no vamos) a cesar en nuestros gritos.*
(* Gracias, Maitena)
"Que nadie me considere insignificante, ni débil, ni indolente, sino de modales muy distintos" (Eurípides, Medea, 805)
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