Esta mañana nos hemos levantado con la noticia de la muerte de Eluana Englaro, en lo que parece el final de una absurda carrera contrarreloj contra los/as presuntos/as "guardianes/as" de la moralidad universal.
La ley acelerada destinada a impedir que cualquier persona decida libremente sobre su vida, que trataba de ser aprobada a toda prisa por el Gobierno de Berlusconi, se ha quedado a medio camino, como uno más de los esperpentos acostumbrados en este Gobierno.
Siempre que alguien actúa en nombre de la moralidad universal tiendo a echarme a temblar. Más aún, si, como en este caso, anda la Iglesia católica de por medio.
He leído que alguien (un obispo, creo), se ha permitido decir que la muerte de Eluana es un delito... ¿los obispos no deberían limitarse a hablar de pecado? ¿No es el colmo de la presunción?
En el fondo, asistimos al mismo conflicto de siempre: el de quienes no se resignan a perder el monopolio de regir y legislar sobre la moralidad humana. Lo hemos visto con la oposición a Educación para la ciudadanía y lo vemos ahora. Y mientras existan Gobiernos, como el de Berlusconi, tan escasamente comprometidos con el principio democrático de laicidad, tendrán vía libre, me temo.
Me alegro del final de todo esto, al menos por el momento. Aún está por ver qué van a hacer con el proyecto de ley (a mí se me ocurren montones de destinos). Y hay que esperar al desenlace legal, claro, en relación a las "responsabilidades" de la muerte de Eluana. Yo, desde luego, me sentiré más esperanzada si finalmente resulta que ese obispo tiene razón y la dignidad y la libertad efectivamente han ganado.
2 comentarios:
Para mi la cuestión es:
1. algunos piensan que tienen que poder decidir sobre los demás.
2. otros piensan que tienen que poder decidir sobre ellos mismos.
¿quién está invadiendo donde ya no le toca? pues los que quieren ir más lejos de su propio espacio, claro está.
egoísmo, filibusterismo político, indecencia..., no sé, se me ocurren bastantes adjetivos, pero bueno. Eluana ha decidido. Que les den.
lo malo es que han aprobado la ley -o lo que sea-.
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