Ayer acabé de leer "Feliz Navidad" (David Carion), un libro a medio camino entre la novela y el relato periodístico en el que se narra un episodio poco conocido de la Primera Guerra Mundial. Parece ser (el libro está basado en hechos reales) que durante las Navidades de 1914 el frente de batalla francés, en el que luchaban franceses y británicos contra alemanes, abandonó momentáneamente las armas y los soldados de los distintos bandos comenzaron a confraternizar entre sí. El libro, en concreto, se centra (de manera novelada, claro) en el encuentro entre soldados franceses, alemanes y escoceses en la "tierra de nadie" entre trincheras, la noche de Nochebuena y la mañana de Navidad.
Ya me gustó la película, de varias nacionalidades europeas, que estrenaron en 2005.
Imagino que desde el punto de vista literario no es muy bueno, pero creo que sí lo es desde el histórico, aunque quizás sea doloroso darse cuenta de la importancia de lo que narra. ¿Alguien se ha parado a pensar en las consecuencias potenciales de lo que allí tuvo lugar?
Imaginemos a un montón de soldados, muertos de frío y horrorizados por lo que están viviendo... mientras hacen la guerra de los grandes generales y las monarquías y los gobiernos. Soldados que de repente se dan cuenta de que quienes les lanzan granadas y metralla desde la trinchera de enfrente están tan muertos de frío y tan horrorizados como ellos... que son igual de humanos. Desde esa humanidad compartida, desde el sufrimiento descubierto, se acercan los unos a los otros y celebran la Navidad (¿desde dónde si no?).
Imaginemos las consecuencias posibles. Esos movimientos de confraternización fueron abortados en poco tiempo. Pero, ¿y si no hubiera sido así? ¿Y si la insurrección popular hubiera continuado adelante? La Gran Guerra no habría sido tan grande, ¿verdad? Porque para ello, los grandes generales, las monarquías y los gobiernos habrían tenido que luchar ellos mismos, cuerpo a cuerpo. Y eso, la verdad, no resulta fácil de imaginar. Así que la Primera Guerra Mundial habría sido muy corta; y es razonable suponer que tampoco habría existido la Segunda Guerra Mundial, ya que esta nació de la humillación y el resentimiento de la Primera. Sin nazismo, sin grandes guerras... el siglo XX habría tenido muy poco que ver con lo que ha sido.
Esta entrada estará sonando muy utópica. Que un grupo de soldados decidieran dejar descansar sus armas durante un par de días no significa que la bondad y la racionalidad impregnaran para siempre el mundo. Pero quiero hablar de mayorías... pensemos en las mayorías. Si todos los soldados de la Primera Guerra Mundial se hubieran puesto de acuerdo habrían ganado.
Esta mañana alguien me hablaba de la manifestación (perdón, concentración, la Iglesia no se manifiesta) a favor de la familia que, como cada diciembre, tendrá lugar próximamente; y me decía lo bueno que sería que muchas de esas familias-pecaminosas-y-enfermas-que-van-a-ir-al-infierno-y-otras-cosas-parecidas (esas otras familias a las que no quieren dejarles serlo) se unieran a la concentración (una magnífica manera de organizar una contramanifestación, sólo que desde dentro). Y me parece, mientras escribo esto, que el poder está justamente ahí; el verdadero poder es tener la palabra, y comunicarse para ponerse de acuerdo y, desde ahí actuar. Era difícil en la Primera Guerra Mundial, y lo es ahora, incluso con nuestros fluidos medios de comunicación postmodernos (mail, móvil...); sin embargo, quiero pensar y pienso que no es imposible, que podemos mirarnos y descubrir la humanidad compartida y el sufrimiento, y, desde ahí, justamente, celebrar la Navidad. Ha sucedido, sucede, sucederá...
Haciéndome eco del espíritu de aquellos soldados de la Primera Guerra Mundial:
Fröhe Weinachten
Joyeux Noel
Merry Christmas
Feliz Navidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario