"Largamente me podría extender en replicar a tus palabras, si el padre Zeus no supiera qué cosas de mí has obtenido, y qué cosas me has hecho. No ibas a vivir tú, después de haber ultrajado mi lecho, una vida placentera, riéndote de mí. Ni tampoco la princesa, ni el que te procuró la boda, Creonte, iba a expulsarme impunemente de este país. Ante esto, sí, leona llámame, si quieres, y Escila, que tiene su cobijo en la llanura tirrénica. A tu corazón, en efecto, he devuelto el golpe como debía."*
(* Eurípides, Medea, Escena última)